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Ramiro Padilla Atondo

23/03/2015 - 12:00 am

Amor a la mexicana versión Aristegui

Un famoso periodista que siempre cree tener la razón, publicó con cierta dosis de veneno el sueldo de la periodista despedida. El exabrupto periodístico es interesante, porque de este se puede extraer cierta información. Y esta información puede representar una radiografía del ser mexicano. El deporte nacional contra lo que muchos suponen no es el […]

Un famoso periodista que siempre cree tener la razón, publicó con cierta dosis de veneno el sueldo de la periodista despedida. El exabrupto periodístico es interesante, porque de este se puede extraer cierta información. Y esta información puede representar una radiografía del ser mexicano.

El deporte nacional contra lo que muchos suponen no es el futbol, es la envidia. Envidiamos todo, desde el cuerpo de la mujer del vecino hasta las calificaciones de su hijo. Aborrecemos el éxito de los demás, y hacemos un esfuerzo razonable por hacer que no pase desapercibida nuestra opinión.

Por eso el escrito de Pablo Hiriart me parece harto ilustrativo.

 Contra lo que todos piensan, y de manera comparativa, el salario de la periodista no es desproporcionado de ninguna manera. Si ella gana más de un millón de pesos al mes es porque los vale. Vamos, la iniciativa privada no es conocida por dar a la caridad ni madres. Por algo tenemos uno de los salarios mínimos más bajos del planeta.

Si Aristegui ganaba esa cantidad era porque le generaba ingresos astronómicos a la empresa. No conozco a ningún patrón en el mundo que pague a alguien más de lo que recibe en retorno.

Si el contrato de la periodista era oneroso a los ojos de algunos es porque así son las condiciones de mercado. Ejemplifiquemos, usted quiere ver la pelea de Floyd Mayweather. Si decide ir hasta Las Vegas, el gusto le saldrá en una pequeña fortuna. Si decide contratar el pago por evento también le va a salir una lana. Usted le está pagando parte de su sueldo al boxeador norteamericano. ¿Por qué? Porque al igual que millones, usted tiene el interés de ver la pelea.

El mercado de Mayweather es grandísimo. El de Carmen Aristegui también. Y su salario es proporcional a su mercado. Yo le propondría a los directivos de MVS darle el trabajo de Aristegui a Pablo Hiriart. Y que le pagaran de manera proporcional a la audiencia que tuviera. Entonces sí estaríamos hablando de parámetros.

Por otro lado, los malquerientes de la periodista se solazan en su desgracia. Nada les da más gusto que reciba su merecido según ellos.

Pero debemos entender también que no es una perita en dulce. El auto estima alta en México no ha dejado de ser un delito. Si no pregúntenle a Hugo Sánchez cómo le ha ido por ser exitoso. Era lógico que se generaran los famosos gritos y sombrerazos al día siguiente de su despido. Era lógico también que los periodistas maiceados trataran de desquitar lo que les pagan.

El amor a la mexicana está hecho de beso y coscorrón. Si fue un asunto de legalidad o no, poco importa ya. La opinión pública, esté en lo cierto o no, ya juzgó.

Y aunque le diéramos el beneficio de la duda al gobierno, este actúa como el niño que se comió el pastel de chocolate. Niego categóricamente cualquier involucramiento en el despido de la periodista. Y mientras lo dice, no se da cuenta que tiene la boca embarrada. En fin.

(Postdata, cambie usted la letra de la canción a la que se refiere el artículo. Ponga usted misoginia en vez de mexicana, a ver qué le parece).

Ramiro Padilla Atondo
Ramiro Padilla Atondo. Ensenadense. Autor de los libros de cuentos A tres pasos de la línea, traducido al inglés; Esperando la muerte y la novela Días de Agosto. En ensayo ha publicado La verdad fraccionada y Poder, sociedad e imagen. Colabora para para los suplementos culturales Palabra del Vigía, Identidad del Mexicano y las revistas Espiral y Volante, también para los portales Grado cero de Guerrero, Camaleón político, Sdp noticias, El cuervo de orange y el portal 4vientos.

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