¿A qué le teme el señor Presidente?

Salvador Camarena

29/11/2011 - 12:02 am

A nadie debería preocuparle que al presidente Felipe Calderón lo demanden ante la Corte Penal Internacional. Es un tribunal reputado y se asume que los ahí señalados serán tratados imparcialmente. Tampoco debería ser relevante el advertir que junto con su interés jurídico, quienes piden enjuiciar al mandatario busquen también medrar políticamente con la resonancia que provoque el caso. Pero lo que sí es alarmante es que la Presidencia de la República revire ante la querella con un comunicado oficial en el que advierte que “las imputaciones al gobierno de México son claramente infundadas e improcedentes, como lo señalan ya las voces más autorizadas en la materia. Sin embargo, constituyen en sí mismas verdaderas calumnias, acusaciones temerarias que dañan no sólo a personas e instituciones, sino que afectan terriblemente el buen nombre de México, por lo cual, el gobierno de la República explora todas las alternativas para proceder legalmente en contra de quienes las realizan en distintos foros e instancias nacionales e internacionales”.

Estamos ante el más cuestionable Calderón, el que olvida no sólo su investidura sino su carácter de abogado y de militante de un partido que alguna vez, ante la cerrazón del gobierno mexicano, acudió a instancias internacionales (conflicto poselectoral de Chihuahua). ¿Por qué no fue la Secretaría de Gobernación la que rechazara ante la opinión pública la denuncia? ¿Por qué si especialistas pueden con sencillez argumentar en contra de los fundamentos de la demanda  se llegó a la amenaza? (Gerardo Laveaga, titular del Instituto Nacional de Ciencias Penales, ha dicho en estas horas que la denuncia no tiene ninguna probabilidad de prosperar, pues además de que en el México de hoy no se configuran ni genocidio, ni crímenes de lesa humanidad o de guerra, el carácter de la CPI es supletorio, es decir que solamente entra cuando ya se agotaron todas las posibilidades de justicia en la nación).

Uno podría dar cierto crédito al comunicado de marras cuando enuncia que en México hay “poderes independientes y equilibrados entre sí, con instituciones de derechos humanos autónomas y un sistema de libertades y garantías…”; pero esas aseveraciones son puestas en entredicho por el propio documento cuando advierte que procederán legalmente ante lo que ellos mismos califican de imputaciones calumniosas y temerarias. Si hay un régimen de libertades, por qué la advertencia que no sólo enrarece el ambiente, sino que además supone una probable violación por parte del gobierno de la llamada Declaración de los defensores, instrumento mediante el cual las naciones se comprometen a respetar el derecho a defender derechos.

¿En la Presidencia no se dan cuenta de que el comunicado –que además se hizo publicar en diarios nacionales después de que ya era un escándalo en las redes sociales— puede ser visto como un factor que inhibe la libertad de expresión? ¿En el gobierno se darán cuenta de que contraviene su propio programa de derechos humanos, o habrá algún promotor de derechos humanos que no se haya sentido amenazado? ¿O se trata en realidad de un mensaje de la Presidencia hacia las fuerzas armadas para despejar cualquier duda de que no se va a permitir indagar/cuestionar sobre las denuncias de presuntas violaciones a los derechos humanos del Ejército, la Marina e incluso la Policía Federal?

La vehemencia de la respuesta del gobierno federal contrasta con dos realidades muy concretas. Primera: Apenas el 9 de noviembre de este año, Human Rights Watch documentó, luego de dos años de trabajo en apenas 5 estados mexicanos, que las fuerzas de seguridad habrían incurrido en al menos 170 casos de tortura, 39 desapariciones forzosas y 24 ejecuciones extrajudiciales. Luego de que HRW presentara su informe en Los Pinos, el titular de ese organismo para las Américas, José Miguel Vivanco no se cansó de expresar que había visto una actitud receptiva del presidente Calderón. ¿Qué le pasó ahora al Presidente? Segunda realidad: Seguramente de poco ayudará a la causa del mandatario a la hora de explicar el documento el que en lo que va del sexenio no se ha dado ni una sentencia por tortura o desaparición forzosa. Finalmente: El párrafo de la advertencia puede constituir un argumento que los denunciantes del Presidente usen para exponer que en nuestro país se han agotado las instancias pues el gobierno no sólo no acepta sus reclamos, y su derecho a intentar que el caso sea atendido por la CPI, sino que el mandatario advierte que perseguirá legalmente a quienes hagan imputaciones. Incluso, esas líneas podrían ser materia de una nueva denuncia. Todo mal.

El Estatuto de Roma, para crear la Corte Penal Internacional, fue firmado por México no en 1998, bajo el PRI, sino en 2005, con Vicente Fox. Se veía entonces dentro del gobierno como un mecanismo que más valía tener para algún remotísimo futuro. Presentar una denuncia no necesariamente quiere decir que ésta se acepte. La CPI lleva años estudiando una sobre Colombia.  “Somos súper selectivos”, explicó este mismo mes Luis Moreno Ocampo, fiscal de la Corte Penal Internacional, según nota de Enfoque, en Reforma.

Pero por lo pronto, a diferencia de Hugo Chávez, que fue acusado la misma semana que Calderón y casi por los mismos supuestos crímenes, el mandatario mexicano ha respondido con un virulento párrafo, que contrasta con el silencio del venezolano. ¿Por qué la advertencia? ¿A qué le teme el Presidente?

Salvador Camarena

Es periodista y conductor de radio.

Lo dice el reportero