
Esteban trabaja como cadenero en un bar de la Ciudad de México. Se encuentra agobiado por las deudas y la penuria económica; necesita sacar adelante a su padre enfermo y a su hermana, quien se prostituye para sobrevivir. No parece haber salida a su situación, hasta que comienza a relacionarse con la mafia que controla los antros. Convertirse en sicario parece ser su única oportunidad.
Pero no será un camino fácil. Además de sumergirse en un mundo de violencia y asesinatos despiadados, deberá enfrentarse con sus propios límites. A través de este personaje, la novela profundiza en las motivaciones más bajas del ser humano, mucho más crueles que cualquier tortura, así como en las motivaciones elevadas. El amor se mide aquí con el odio más lacerante.
Se asiste aquí al nacimiento de un asesino, no de un sicario procedente de las capas más miserables y olvidadas de la sociedad, sin estudios y desnutrido, sino de un asesino de clase media, un asesino que bien puede ser el espejo de nuestro presente.
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