Mario Guevara, quien transmitía redadas en vivo para proteger a comunidades latinas, fue arrestado mientras ejercía su labor periodística.
Ciudad de México, 29 de junio (SinEmbargo).- Mario Guevara, periodista salvadoreño radicado en Atlanta, Estados Unidos (EU), fue detenido por agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) el pasado 14 de junio mientras cubría una protesta del colectivo No Kings en vivo.
Su arresto ha causado preocupación entre organizaciones de derechos civiles, periodistas y defensores de la libertad de prensa en Estados Unidos, ya que representa un ataque directo al ejercicio del periodismo, a la libertad de prensa, y al derecho de las comunidades migrantes a estar informadas.
La historia de Guevara fue documentada por la periodista Graciela Mochkofsky en The New Yorker, donde relata que este comunicador de 47 años, con más de 1.4 millones de seguidores en redes sociales, se convirtió durante años en la voz de comunidades migrantes latinas en Atlanta, cubriendo en tiempo real las redadas de ICE, incluso antes del amanecer.
“El trabajo del señor Guevara, y su obsesión, es acechar al lobo”, escribió Jesse Moss, director del documental La boca del lobo, producido por The New York Times en 2019, que retrata su labor en el terreno. En una escena, una mujer, cuya pareja había sido detenida por ICE, le dijo: “Entró en la boca del lobo”.
Durante la Administración Trump, Guevara fue uno de los pocos periodistas que documentaron las redadas contra trabajadores migrantes. Él mismo relató cómo detectó una estrategia dirigida a camionetas de construcción: “Empecé a ver camionetas abandonadas al borde de la carretera, con escaleras y termos de café dentro. Eran de trabajadores migrantes”, explicó.
Su labor se volvió indispensable para la comunidad. “Tenía ojos y oídos en todas partes”, declaró Lautaro Grinspan, reportero bilingüe de migración del Atlanta Journal-Constitution, a The New Yorker. “Cuando no podíamos obtener cifras oficiales sobre arrestos migratorios, la segunda mejor fuente era Mario”, añadió.
Guevara, que llegó a EU con visa de turista en 2004 tras recibir amenazas de muerte en El Salvador, había solicitado asilo. Aunque un Juez ordenó su salida en 2012, su caso quedó en pausa mediante un recurso de cierre administrativo.
Actualmente tiene pendiente una solicitud de residencia por vía familiar, dado que tiene dos hijos nacidos en territorio norteamericano.
En el momento del arresto, Guevara vestía chaleco de prensa y se identificó como periodista. Su abogado, Giovanni Díaz, destacó en conferencia de prensa: “Es muy, muy conocido en la comunidad, incluso entre estas jurisdicciones. Cuesta creer que no supieran quién era”.
Tras ser llevado al centro de detención del condado de DeKalb y enfrentarse a varios cargos menores, como obstrucción y mal uso de la vía pública, fue entregado a ICE y trasladado al Centro de Procesamiento de Folkston. El 20 de junio, el ICE anunció que inició un procedimiento de deportación.
El Committee to Protect Journalists, junto con otras organizaciones, envió una carta a la Secretaría de Seguridad Nacional, encabezada por Kristi Noem, para expresar “alarma”, y advertir que su caso “representaría un sombrío deterioro de la libertad de prensa y del Estado de Derecho”.
Reporteros como Maritza Félix, fundadora de Conecta Arizona, señalaron que su situación sienta un precedente preocupante: “Hoy fue Mario, pero mañana puede ser cualquiera de nosotros. Antes creíamos que estábamos en un país donde se respetaba la Ley y la Constitución”.
Por su parte, Paola Jaramillo, de Enlace Latino NC, coincidió en que el caso de Guevara es “una advertencia” para periodistas migrantes: “Muchos hemos estado en algún momento en un limbo migratorio, y aún así salimos a reportear. Pero las circunstancias han cambiado”.
En una de sus coberturas, Guevara transmitió en vivo una redada mientras el migrante buscado la observaba desde adentro del edificio. El hombre le pidió a Guevara que mediara con los agentes para evitar que le dispararan al salir. Él accedió. “Entiendo ese miedo. A veces pienso que yo seré el siguiente”, dijo entonces el reportero.
Por ahora, la comunidad y diversas organizaciones piden su liberación y consideran que deportarlo sería devastador. “No se puede venir a El Salvador y lanzar un medio como el suyo. Sería personalmente devastador”, comentó Francisco Campos, su exeditor en La Prensa Gráfica.




