Cuando nos da y nos quita

27/07/2013 - 12:01 am

Dios se burla cuando nos da y nos quita. Nos da y nos quita. César Vallejo lo deja claro: “Yo nací un día que Dios estuvo enfermo”. Sí enfermó, si no, no habría creado lo que es lo eterno de lo efímero, lo eterno de lo efímero. Un instante que jamás se borra ni con el mejor de los remedios etílicos.

Cicatrices abstractas se pintan en la acuarela del corazón. Dios nos regala el nirvana, nos hace sentir que es nuestro, que nunca se acabará. –Dos entes se abrazan prolongadamente – lentamente –  ¡Ah! (suspiro) –Eres mío, soy tuya – ¿Desde cuándo el ser humano paso a ser propiedad privada?

En un portarretratos somos sonrisas postizas que aceptaron la varita del flash fotográfico y se perpetuaron en las galerías del hogar. Henos ahí en el limbo de la felicidad sin cuestionamientos y muy a distancia recordando los agradecimientos al cosmos, a ese ser superior que con sistema de circuito cerrado nos vigila. Qué tranquilidad abrazar lo que es hoy.

Seguro Dios con sus pantallas omnipotentes fuma un puro y estira sus pies, mientras observa la multiplicidad de realidades de las que únicamente tiene conocimiento, ni siquiera los mentirosos y poderosos tienen acceso a tal cabina. La verdad sale cada minuto y los millones de ojos superiores la ven, menos quienes la viven.

Dios se burla cuando nos da y nos quita. El azar es un polvo que circula por las almas deambulantes en búsqueda de respuestas en el icono de la calle. Un momento, los habitantes de la sonrisa confabulan en el espejo de las emociones tridimensionales, en un instante, la alegría acecha a los vagabundos tristes, en otro, va tras los desafortunados alegres que alaban el lodo con el que son bendecidos por el supremo cuando nos da y nos quita.

Por osmosis, un chiste es enviado al universo. La lluvia llega de repente como servicio a domicilio, justo cuando se planeaba una seca conversación con la calle y los secretos que nos guarda a unos metros del café y el ser omnipotente manda al sol a dormir con tal de que los ánimos humanoides decaigan, que las estadísticas depresivas se inflen hasta imponer el suicidio como el último grito de la moda.

Dios se burla cuando nos da y nos quita aunque no se ría. Basta con las presencias hechas trizas para darnos cuenta. Basta cuando nos quita la tutsi pop de la felicidad y a solas lloramos como bebés violados por el despojo de nuestros bienes, pero tiene una razón que en el momento no alcanzamos a ver y reclamamos dramáticos, como si eso fuera a provocar que la paleta regrese.

El ser superior se burla cuando nos encontramos del otro extremo de una situación y se transforma en el abrazo del karma.

En sueños, Dios nos da tanto que desde nuestro ataúd diario, tenemos la gracia de cocinar una sonrisa sincera sin lentes, lipstick o barba cortada, esa es la oportunidad de reconciliarnos con el humor negro del señor, mientras devora palomitas, siendo testigo de la película de la vida.

@taciturnafeliz

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