Los otros jóvenes muertos… y olvidados

Salvador Camarena

09/06/2011 - 12:02 am

Por Salvador Camarena

–“¿Cómo se enteró?”

–“Por El Espacio”, me dijo ella. “Salió en El Espacio, con fotos y todo”.

–“¿Fotos?”

–“Del charco de sangre. De dos o tres testigos. De la casa (…) Y eso fue muy doloroso. Un periódico amarillista que yo siempre había despreciado, siempre había despreciado sus viejas empelotas y sus fotos morbosas y su textos mal escritos y hasta su crucigrama, que es demasiado fácil. Y la noticia más importante de mi vida me llega por ahí. Dígame que no es irónico”.

Fragmento de El ruido de las cosas al caer, de Juan Gabriel Vásquez, Premio Alfaguara de Novela 2011.

 

 

Siete jóvenes muertos, entre ellos seis menores de edad, y tres más lesionados, fue el saldo de un accidente automovilístico ocurrido la madrugada de ayer en calzada de Tlalpan… Si a usted le suena a que ya leyó el inicio de esta nota está en lo correcto. Si usted cree que se trata del percance del domingo pasado en Tlalpan, está equivocado. Esos muertos no son los de hace  poco más de 72 horas, sino los de otra madrugada también de fin de semana y también en ese rumbo, pero de hace un año, según consignó el domingo 4 de abril de 2010 el diario La Jornada.

Así de comunes son los eventos de ese tipo en los que pierden la vida los jóvenes hoy en México, tan comunes que parecen calcados, sucesos en los que casi siempre están presentes el volante y el alcohol.

Pero hay otro elemento común en estos percances: la pasividad de la sociedad mexicana ante ellos. Sin agraviar a los colegas de la nota roja, hay que preguntarnos por qué consideramos a los accidentes material exclusivamente para las páginas policiacas. Nos equivocamos al tratarlos como un asunto “trágico”, como una situación que alguna mala providencia dispuso, como asuntos del destino y no como un problema social.

Datos de la Unicef ilustran la gravedad: “En el 2007, morían diariamente tres adolescentes por accidentes de tránsito; cada semana eran asesinados ocho jóvenes y ocho cometían suicidio”. O sea, en México hay casi tres veces más muertos en incidentes de tránsito que a manos de criminales.

El secretario de Salud federal José Ángel Córdova Villalobos ha advertido que México es el séptimo país con más muertos en incidentes viales. Y por si fuera poco, la principal amenaza a la vida de un joven mexicano la constituye un accidente. En otras palabras, cada año mueren 24 mil mexicanos por esta causa y Córdova Villalobos ha advertido que si no hacemos nada, esa cifra podría elevarse dentro de diez años a 35 mil muertes. Y se ha dicho que este tipo de accidentes podrían incluso representar un costo de 1.20% del PIB.

El mes pasado, en un foro de “mejores prácticas”, el gobierno del Distrito Federal aseguró que el llamado Alcoholímetro ha reducido 30% el número de accidentes en la capital mexican. El domingo, en un solo punto de la ciudad, en viaducto Tlalpan, seis jóvenes perdieron la vida luego de que un auto embistiera el vehículo en el que viajaban. Cómo hacemos para que ésa (u otra) “mejor práctica” evite al máximo casos como éste. Cómo hacemos para que esta información no sea solamente tema estelar en las páginas policiacas de diarios serios y de periódicos sensacionalistas por igual y que nos mueva a hacer algo. ¿Por qué los medios no comenzamos por recuperar las historias de esas víctimas? ¿Por qué no volvemos esos temas más prioritarios en nuestras agendas? ¿No será que es un círculo vicioso: estábamos tan acostumbrados a estas muertes que luego nos hemos ido acostumbrando a las otras, a las de la guerra anticrimen? Dicho de otra manera, ¿si no podemos evitar al máximo estas muertes “accidentales” (habría que comenzar por discutir qué tanto son accidentales o no), podremos luego evitar otro tipo de matanzas?

Información de la reportera de W Radio Jacqueline Vallejo nos ayuda a comprender un poco mejor lo que perdimos el domingo en el accidente de Tlalpan. Entre los seis jóvenes muertos luego de que un joven borracho los arrollara, estaban los hermanos Andrea y Carlos Hesselbart Márquez, de 24 y 21 años respectivamente. Ella cursaba la carrera de Medicina y él la de Biología en la UNAM. Él había publicado escritos sobre cáncer y se hizo acreedor al Premio de Ensayo Científico en el 2008.  Esos son apenas algunos datos de las vidas que se perdieron junto con las de José Alfredo Ángel Márquez, de 21años, Marcel Pérez Caso, de 27 años, Diana Rojas Jurado, de 25 y Carlos Chávez Solís, de 21 años.

Hay que sacar las muertes de los jóvenes en accidentes de las coberturas policiacas. Hacer que cada uno de nosotros nos las topemos en los diarios, espacios electrónicos y los portales que nos gusta consumir. Verlas como lo que son, un asunto de todos. ¿Por dónde comenzamos?

@salcamarena

Salvador Camarena

Es periodista y conductor de radio.

Lo dice el reportero