No se vale chillar

Salvador Camarena

05/07/2011 - 12:00 am

“Elección de Estado”, “coletazo del dinosaurio”, “competencia inequitativa”, “métodos del viejo PRI”, “voraces”, “triunfos ilegítimos”… El discurso de los perdedores de la jornada electoral del domingo no surtirá efecto alguno porque carece de un ingrediente fundamental cuando se reclama ser víctima de los abusos: autoridad moral. El Partido Acción Nacional y el de la Revolución Democrática no pueden demandar de la sociedad simpatía ni solidaridad, mucho menos indignación, al reclamar que les aplicaron rudeza innecesaria cuando ellos mismos no han tenido, en muchas elecciones, reparo alguno en recurrir a los mismos métodos con que los dejaron tundidos.

Dice en las redes sociales la doctora Rossana Reguillo que “quizás el PRI no es un auténtico predador, sino un microbio fuerte y oportunista que conoce a fondo el ADN de sus ‘huéspedes’...digo, los dineros son claves pero no es explicación suficiente”. Coincido en que el factor del dispendio de recursos por parte de los priístas no puede ser la única categoría bajo la cual se explique la derrota de los opositores, pues todo mundo sabe que si estos en ocasiones no meten más dinero en una campaña no es porque --como sí ocurría en el pasado-- no tengan, sino porque las dirigencias nacionales limitan el gasto cuando ven que “el candidato” no pegó y prefieren dejarlo morir solo, y guardar esos recursos (o reservarse el pedir esos favores a los empresarios) para futuras y más prometedoras ocasiones.

Al buscar más causas de la devastación del domingo, PAN y PRD deberían tener en cuenta que también perdieron porque no han demostrado ser una mejor alternativa que los priístas. Pregunten a los colegas periodistas como les ha ido con gobiernos del PRI en Coahuila y Veracruz, pero al mismo tiempo cuestionen a los informadores cómo se las han visto con los gobiernos “aliancistas” de Chiapas o con el panismo del Bajío. Cuestionen a los deudos de la guardería ABC el tipo de justicia que ejecuta el gobierno panista de Sonora. O cuando se critique la pretensión de Peña Nieto de contar con cláusulas de gobernabilidad recuerden también que la agenda de la Asamblea Legislativa del DF, que incluye poner restricciones a la participación de nuevos actores políticos, se impone desde la jefatura de Gobierno. Los ejemplos están todos a la mano, y sólo por si hiciera falta insistir: es tan cínica la expresión de Omar Fayad en Hidalgo de que detuvieron a gente de otros estados en “su” elección (mientras el ex gobernador Osorio es artífice de Eruviel) como la llamada de la hija de Amalia García ofreciendo operación electoral al ex candidato perredista y hoy gobernador de Guerrero.

“Lo que el PRI perfeccionó en 60 años, los panistas del Edomex lo superaron en una década de gobierno: corrupción, abuso y descaro”, eso escribió en su cuenta de Twitter Arne aus den Ruthen, ex delegado por el PAN. Ejemplos sobran en el Estado de México de lo que asegura el hoy ex panista, y el menos culpable de la derrota es ese sacrificado de nombre Luis Felipe Bravo Mena.

Lo que en mi opinión PAN y PRD deben hacer estos días es pensar si vale la pena enfilarse como hasta ahora a competir maquinaria versus maquinaria con los priístas. De no tener la oposición capacidad de reinventarse, veremos en los próximos meses cómo los partidos inundan México de playeras, gorras y palanganas Made in China, la proliferación de “tarjetas” que empadronan a los pobres, la “movilización” que cuesta cientos de millones y los forcejeos por controlar al árbitro electoral. Nada más, pero tampoco menos.

Porque la mala noticia para la democracia mexicana no es que no haya un nuevo PRI, el problema es que ya no existen el viejo PAN, que competía desde la decencia, y el PRD original, que ilusionó con sus principios.

Salvador Camarena

Es periodista y conductor de radio.

Lo dice el reportero