Escuchábamos Vivaldi, una pieza llamó poderosamente mi atención debido a su hermosura. Era una celebración que relajaba mi alma. Emocionado por el hallazgo, pregunté a la anfitriona el nombre de la pieza; al ver la caja del disco quedé helado. Aquellas notas que me inspiraban paz, llevaban por título Nulla in Mundo Pax Sincera.
Tardé meses en volver a escuchar el disco, cuando por fin lo hice con calma, descubrí en las estrofas intermedias la profunda verdad que el músico filósofo expresa: no hay en el mundo paz sincera porque hay amor. Dándole vueltas a ese turbador pensamiento, llegué a la conclusión de que el matrimonio es un deporte de contacto.
A pesar de que ritos y circos tienen distintos sentidos de ser, los primeros apuntan a Dios, los segundos son más terrenales; en ambos casos la vida nulifica el pensamiento, aflorando sentimiento y reflejos. Siento, luego piensoexisto. Homus sentimentapiens. A ese inolvidable estado sólo se llega por voluntad. En el matrimonio hay conciliación de voluntades, en los deportes de contacto enfrentamiento. Dos fuerzas que operan en el mismo eje.
Para humanos como los del incipiente (cuestionado) tercer milenio, cuando ya mucho se ha vivido y registrado, rito y circo tienen una forma “civilizada”, definida en el inconsciente colectivo. Los cavernícolas las jalaban de los pelos, hoy el hombre ofrece una sortija. Hace siete siglos se casaban en los ríos, hoy se alquila un salón con todos los servicios. El circo también ha “evolucionado”. En Roma, un nubio con red luchaba a muerte contra un numancio de espada y escudo, una manada de leones hambrientos perseguía a quince esclavos armados con una daga. Cuando había revanchas entre gladiadores de prestigio, el circo estaba a reventar, hoy, si la cartelera es buena, se vende en Pago Por Evento. En nuestros días, sigue en vigencia el altus, citus, fortus, mas el circo se trata de esquivar-tirar golpes y patadas, aplicar llaves con precisión, taclear y bloquear oportunamente. Ya no hay luchas a muerte, salvo las que se rumora practican las oligarquías y que con melodrama escenifica Jean Claude Van Damme en varias películas. Antes de enumerar coincidencias, cabe decir que la mayor diferencia entre matrimonio y box es la dirección en que se mueven en el eje de la voluntad. El matrimonio es primero golpes y luego gloria y el box es al revés.
Estrategias. Golpes con sentido de la oportunidad. Conocí a un matrimonio donde él sufría daltonismo severo, por lo que ella escogía diariamente sus ropas. Cuando se disgustaban, él aparecía en la oficina con un traje azul, zapatos café, corbata amarilla y camisa rosa. Eso es como tirar uppercuts cuando la guardia del enemigo está baja.




