Marx, Lenin, Fidel

Guillermo Samperio

10/01/2015 - 12:00 am

Nos quedamos en que “los comunes” eran los obreros, desde luego que en folleto Manifiesto del Partido Comunista, se privilegia a los operarios de máquinas, debido a que otros comunes, pero gran minoría, eran los propietarios de las máquinas y las fábricas y, lo mismo podríamos decir de los hacendados y los campesinos, además de la eterna clase media que se ha dedicado a las labores administrativas, al servicio, en la práctica, de los fabricantes y los gobiernos, viviendo estos últimos en contubernio.

         En el momento en que Engels y Marx escriben el manifiesto, la clase ascendente es la de los fabricantes o burgueses y la de los obreros, principalmente en Inglaterra, en cuyas bibliotecas Karl Marx, estudió la historia de la economía y se dio cuenta de que las clases protagónicas desde ese momento serían los fabricantes y sus trabajadores, incluso, suponiendo que el maquinismo llegaría, tarde o temprano al campo.

         Por ello, Marx se dio cuenta de que las mayoría de “los comunes” serían operarios u obreros y que serían los más comunes de los comunes; por eso no dudó en llamarle al texto escrito por Engels con ideas de Marx, Manifiesto del Partido Comunista, es decir de los comunes más comunes.

         En el Londres en el siglo XIX, Marx, fue testigo de la explotación brutal de los comunes más comunes (más niños y adolescentes y 15 horas de trabajo). Su idea de crear un partido comunista era, en primer lugar reducir la jornada de trabajo (o plusvalía absoluta), a una jornada, en rigor de dimensiones humanas (no de bestias), con el objeto de que se generaran sólo plusvalía relativa (en inversión en mi fábrica + obreros = a “x” ganancia), sin que los comunes o comunistas sufrieran la sobreexplotación.

         Este método sigue operando en el mundo y, ya es “común” que la jornada de trabajo se haya reducido a 8 horas y, en algunos lugares de la Europa avanzada, a menos horas. Aunque se ha hecho un gran avance después de siglo y medio. Con lo que no contaba Marx, gran lector de los literatos clásicos del XIX como Balzac, Flaubert y otros y admirador, en general de las Bellas Artes de la antigüedad a sus días, era que, como Lenin y Stalin, se iban a olvidar de esta tradición de toda la humanidad, y se iban a convertir en tiranos de “los supuestos comunes”.

         El gran error de Lenin y, desde luego de Fidel Castro, sus compinches, y otros dirigentes comunistas del bloque soviético y de muchos partidos comunistas, fue que no conservaron la idea original de Marx, de hacer un partido de comunes, pues para Lenin, quien ingresaba al partido comunista, se “desclasaba” y se convertía en “intelectual del partido” o “práctico del partido”, dejando con ello de ser “comunes”.

         Esta idea dislocada de Lenin lo llevó, incluso, a combatir a los campesinos (otros comunes, ya que los hacendados también introdujeron máquinas al campo) generando una de las mortandades más famosas de la Historia. Al mismo tiempo también pensó, como Stalin y Castro, que podía haber una cultura “exclusiva” de los comunes, tipo los panfletos de Zolá; por estas distorsiones de las ideas originarias de Marx y Engels, hombres de cultura universal, el comunismo y los comunistas han fracasado rotundamente en todo el mundo y no se ve marcha atrás.

         Lo que se ha destilado en los últimos tiempos es la creación de ONG’s, las cuales se dedican a atender parcelas problemáticas tanto de trabajadores del campo como de las ciudades o problemas de las mujeres y los hombres, entre otros muchos rubros, en muchas ocasiones utilizando financiamiento de los propios Estados, en especial de los Europeos y, en ocasiones, de bolsas que EUA tiene destinadas para estos menesteres. Esperemos que los rumbos equívocos se enderecen.

Guillermo Samperio

Lo dice el reportero