La Jueza afirmó que la evidencia disponible sugería que las muestras que la Sra. Petrova trajo al país eran "totalmente inocuas, no tóxicas, inertes y no representaban una amenaza para nadie".
Ciudad de México, 28 de mayo (SinEmbargo).- Christina Reiss, una Jueza federal de Estados Unidos, declaró el pasado miércoles que concedería la libertad bajo fianza a Kseniia Petrova, científica rusa empleada por la Universidad de Harvard, que fue detenida más de 100 días por migración, derivado de que Petrova no declaró las muestras científicas que llevó al país, en lo que parece ser un nuevo frente de batalla de la Administración de Donald Trump y la universidad de élite.
"No parece haber fundamento fáctico ni legal para las acciones del oficial de inmigración" al retirarle la visa a la Sra. Petrova el 16 de febrero, declaró la Jueza principal del Tribunal de Distrito de EU en Vermont, en una audiencia judicial.
La Jueza afirmó que la evidencia disponible sugería que las muestras que Petrova trajo al país eran "totalmente inocuas, no tóxicas, inertes y no representaban una amenaza para nadie". También afirmó que "la vida y el bienestar de la Sra. Petrova corren peligro si es deportada a Rusia", como el Gobierno ha anunciado su intención de hacer.
El caso Petrova es diferente a otros casos de deportación de alto perfil, pues comenzó con una infracción en las aduanas de Estados Unidos. Cuando la académica regresaba a Boston de unas vacaciones en Francia, aceptó llevar muestras de embriones de rana de un laboratorio afiliado a pedido de su supervisor en la Facultad de Medicina de Harvard.
Harvard Researcher Kseniia Petrova has been detained when returning to the U.S. on February 16, 2025.
She had frog embryos and she didn’t properly declare them. Border agents decided this warranted taking away her J-1 visa and deporting her.
🧵Petrova was arrested in Russia… pic.twitter.com/lE0rTCHV9D
— Mikhail Khodorkovsky (@khodorkovsky_en) April 7, 2025
Cuando fue descubierta con las muestras, un funcionario canceló su visa y comenzó a tramitar su deportación.
La próxima oportunidad de liberación de Petrova será cuando sea trasladada a Massachusetts, en donde enfrenta cargos por tráfico de personas. Sin embargo, el Gobierno de Donald Trump, en disputa abierta con Harvard, también emitió una orden de detención por cargos de migración. Es decir, que si un Juez le concede la libertad bajo fianza en el caso penal de las muestras de laboratorio, la Administración del magnate republicano podría solicitar al ICE que la detenga de nuevo.
“Este es un proceso circular, porque fue el Gobierno quien le revocó la visa. Y básicamente dice: 'Le revocamos la visa, ahora no tiene documentación y vamos a iniciar un proceso de deportación' [...] Lo que ocurrió en este caso fue extraordinario y novedoso”, detalló la Jueza Reiss al emitir su fallo.
Pese a la decisión de la Jueza, no está claro cuándo la científica será liberada bajo fianza ni si el Gobierno de Estados Unidos seguirá adelante con su plan de deportarla a Rusia. “El Estado de derecho no contempla excepciones para individuos educados y con pedigrí”, afirmó Leah B. Foley, la Fiscal de Estados Unidos para el Distrito de Massachusetts, al leer los cargos de los que se le acusa a la científica.
📢 Statement by U.S. Attorney Leah B. Foley regarding the arrest of Kseniia Petrova for allegedly attempting to smuggle clawed frog embryos and embryonic samples into the United States. 🚨
Press release on arrest: https://t.co/yShFNbpYNp pic.twitter.com/1WtWsRmy0q
— U.S. Attorney Massachusetts (@DMAnews1) May 14, 2025
Petrova huyó de la guerra y se instaló en Harvard; EU la mantiene presa
Desde un centro migratorio de detención decidió contarle su historia a Alex Ellerbeck, editor de Opinión de The New York Times. Tuvo que gastarse varias llamadas, que no son baratas, desde su encierro forzado.
Kseniia Petrova cuenta que cuando se mudó a Estados Unidos desde Rusia para incorporarse a un laboratorio de biología en la Facultad de Medicina de Harvard en 2023, “sentí que había encontrado el trabajo de mis sueños. Estados Unidos era un paraíso para la ciencia. Todo florecía. Había libertad de expresión: conferencias, seminarios. No se parecía en nada al entorno que había dejado atrás en Rusia, donde las sanciones internacionales impedían la disponibilidad de suficientes suministros para realizar experimentos, y en una ocasión rechacé una oferta de trabajo condicionada a que dejara de protestar contra la guerra en Ucrania. Tras ser arrestada por participar en una protesta, huí del país, sabiendo que no podría seguir viviendo ni trabajando como científica allí”.
“Mi formación es en bioinformática, un campo que utiliza herramientas computacionales para comprender la biología”, agrega la científica rusa. “En mi laboratorio en Harvard, trabajé con un microscopio que llamamos NoRI (abreviatura de Imagen Raman Normalizada). Este microscopio, creado en nuestro laboratorio, es el único en el mundo. Lo que lo hace único es su capacidad para medir la composición química de las células con una precisión asombrosa y novedosa, ofreciendo nuevos conocimientos sobre las enfermedades y el envejecimiento que algún día podrían allanar el camino hacia una vida más saludable, y tratamientos para enfermedades como el Alzheimer y el cáncer”, relató Petrova.
La científica dice que no ha estado en su laboratorio ni ha trabajado con su microscopio desde febrero, cuando fue detenida por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos al regresar a Boston de unas vacaciones en Francia. “En el Aeropuerto Internacional Logan, no completé una declaración de aduanas para embriones de rana (para usar en la investigación de nuestro laboratorio) en mi equipaje. Me dijeron que esto normalmente resultaría en una advertencia o una multa. En cambio, me revocaron la visa y me enviaron a un centro de detención en Luisiana, donde he pasado los últimos tres meses con aproximadamente otras 100 mujeres. Compartimos una habitación con camas tipo dormitorio”.
“Estoy acostumbrada a pasar hasta 12 horas al día en el laboratorio, hablando con colegas sobre cuestiones científicas complejas y perfeccionando los algoritmos utilizados para NoRI. En el centro de detención, no hay acceso a computadoras y compartimos seis teléfonos. Las llamadas cuestan 5 dólares por 15 minutos, momento en el que se cortan. Siempre hay ruido y frío. Por suerte, mis queridas colegas me han enviado artículos académicos y libros (ahora estoy leyendo uno maravilloso sobre bioquímica llamado Transformer que recomiendo a todos)”, detalla.
Kseniia Petrova afirma que durante su detención, “he estado aprendiendo sobre la migración en Estados Unidos. Estoy conociendo a todo tipo de personas con historias únicas. Una joven aquí, detenida por ICE, lleva más de doce años en Estados Unidos; su prometido es ciudadano estadounidense, pero su próxima cita en la corte, en la que finalmente podría obtener la libertad condicional, no es hasta octubre”.
“Otra mujer, que buscaba asilo político, acaba de ser deportada; su hija tiene estatus legal en Estados Unidos, y no saben cuándo se volverán a ver, ni si lo harán. Las personas con las que he pasado tiempo no son delincuentes peligrosos. Son personas amables y bondadosas”, añade.





