La encuesta ENIGH 2024 del Inegi mostró que los mexicanos aumentaron su gasto en compra de carne y que al final del sexenio de AMLO hubo una reducción récord en la cifra de hogares con dificultades para conseguir comida.
Ciudad de México, 12 de agosto (SinEmbargo).- Cecina. T-Bone. Bistec taquero. Frente a Andrea se extienden distintos cortes de carne y letreros fluorescentes de precios, mientras se escucha el incesante golpeteo del aplanado de bisteces, música de moda y el barullo de la gente que acude al mercado de San Juan para comprar su comida del día.
“Aquí en el mercado consigues de todo, está el pollo, el pescado, las verduras, la carne”, dice contenta, entre risas de sus compañeros porque “la van a hacer famosa” con una entrevista en YouTube.
Como otros locatarios, gran parte de su vida y la de su familia ha estado ligada a este mercado con más de cinco décadas de historia, en los límites de Nezahualcóyotl e Iztapalapa.
En ese lapso la economía mexicana encaró altibajos, crisis como la de 1994 en el sexenio de Carlos Salinas, que hicieron más difícil llevar comida a la mesa. Años después otro gobierno priista, el de Enrique Peña Nieto, implementó la Cruzada Nacional contra el Hambre, sin lograr acabar con el hambre.
A la fecha, en el país, al menos un tercio de la población no gana lo suficiente para comprar la canasta básica. Aunque según reportes oficiales recientes, con todo y el impacto de la pandemia de COVID-19 durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador (2018-2024) se logró un avance importante para reducir las carencias alimentarias.
La Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Iinegi) mostró que en 2024 aumentó 15.6 por ciento el ingreso promedio de los hogares mexicanos, respecto a 2018, y con ello también subió el monto que pudieron destinar las familias para comer carne, además de huevo y frutas, entre otros productos.
En 2016, el gasto promedio trimestral de las familias mexicanas en carne de pollo, cerdo o res fue de 2 mil 688 pesos, y para 2024 la cifra subió a 3 mil 247 pesos, un alza de 20.8 por ciento. Si se mira por mes, el gasto en carne subió de 896 pesos a mil 082 pesos.
El gasto en frutas subió 30.4 por ciento; en huevo 44.8 por ciento, y el dinero gastado en tubérculos como la papa 40.9 por ciento.
Las cifras coinciden con lo reportado por el Consejo Mexicano de la Carne, sobre un incremento del consumo de carne en el país, en los últimos seis años. De 2016 a 2024, el consumo de toneladas de carne subió 18.9 por ciento.
“En México durante los últimos años varios factores han detonado la adquisición de una mayor cantidad de proteína cárnica por las familias; entre ellos el aumento sostenido de las transferencias gubernamentales, las remesas familiares y el incremento al salario mínimo”, refirió el Consejo Mexicano de la Carne en su reporte sobre 2024.
El secretario de Agricultura federal, Julio Berdegué, mencionó desde el 1 de abril pasado en el programa Los Periodistas de Canal Once que con las mejoras salariales en el sexenio pasado había aumentado el consumo de proteína animal entre las y los mexicanos.
“Hoy día comemos 11 por ciento más proteína animal, más pollo, más huevo, más leche, más carne, ¿por qué? Porque 10 millones de personas salieron de la pobreza, porque las personas tienen más dinero en el bolsillo con los salarios de mejor calidad”, refirió Berdegué.
Según la ENIGH, se pasó de un promedio de 2.9 días a la semana en que se come carne en los hogares mexicanos, a 3.4 en 2024.
El consumo de fruta pasó de un promedio de 4.1 días a 4.4, y el de verduras de 4.2 días a la semana a 4.6. También aumentó la frecuencia del consumo de huevo, de 3.6 días a 4.4, aunque en el caso del pescado, el aumento fue mínimo, al pasar de 0.9 en 2016, a 1 día en 2024.
Predominan la grasa y el refresco
Las cifras confirman que en el sexenio pasado hubo una mejora en la capacidad que tienen los hogares para adquirir alimentos. Pero aunque se tienen más recursos para comer, persiste el reto de lograr que la dieta de las y los mexicanos sea más equilibrada y que se reduzca el consumo de bebidas azucaradas y productos ultraprocesados.
Esto considerando que, según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) 2023, un 37.3 por ciento de adultos en México tenía obesidad, y un 38.9 por ciento sobrepeso. En el caso de niñas y niños de 5 a 11 años, un 15.7 por ciento tenía obesidad, y un 18.5 por ciento sobrepeso.
En cuanto a bebidas azucaradas, un 73 por ciento de personas adultas en el país dijo consumirlas, y en adolescentes la cifra fue más alta, un 90 por ciento mencionó consumirlas, mientras verduras sólo 29 por ciento y frutas 38 por ciento.
Este lunes 4 de agosto en la conferencia mañanera en Palacio Nacional el director del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), Zoé Robledo, presentó el dato de que en una revisión a casi 4 millones de niños de escuelas primarias con la estrategia Vive Saludable entre marzo y julio de este año, un 18.3 por ciento tenía obesidad, y un 18.5 por ciento sobrepeso.
Nathaly Torres Castillo, licenciada en Nutrición por la Universidad de Guadalajara, mencionó a SinEmbargo que en el caso de consumo de carne, si bien es positivo que más familias puedan comprar ese alimento, ya que aporta aminoácidos, vitaminas y minerales, también es importante distinguir el impacto nutricional de los distintos tipos de carne, considerar porciones y frecuencia de consumo, y en general balancear la dieta con pescado, frutas y verduras, y reducir el consumo de refresco.
La ENIGH del Inegi muestra que la gente consume carne en promedio 3.4 veces a la semana. A decir de la especialista, en el caso de las carnes rojas, de cerdo y res, su consumo debería limitarse a uno o máximos dos días a la semana, y aumentar en cambio el pollo y el pescado.
“Las carnes rojas en comparación con el pollo, que se considera una carne blanca, tiene una mayor cantidad de grasas saturadas, que son las grasas que comúnmente llamamos grasas malas”, señaló Torres Castillo. “Hay muchos estudios que han relacionado el consumo de carnes rojas con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares”.
La “medalla de oro” para tener una mejor dieta, dijo, se la lleva el pescado, por lo que sería adecuado elevar su consumo para que no sólo sea de una día a la semana, como lo muestra la ENIGH: “En una semana lo ideal sería comer pescado cuatro días, dos pollo, y un día carne de res o cerdo. O tres días de pescado, dos días de pollo, uno de res o cerdo, y el otro puede quedar sin una comida de origen animal”.
El sur en el rezago
La misma encuesta del Inegi mostró una reducción récord en las dificultades de las familias para conseguir alimentos en el promedio nacional. En 2016 el 48.1 por ciento de los hogares reportó alguna dificultad para satisfacer necesidades alimentarias, por falta de dinero, para 2024 la cifra bajó a 33.1 por ciento.
En 2016 en el 11.7 por ciento de los hogares se reportó que sus integrantes se habían quedado sin comida, y para 2024 bajó a 8.1 por ciento.
Un 31.8 por ciento de hogares en 2016 reportó no tener una alimentación sana y variada, y en 2024 bajó a 20.8 por ciento.
Hay un avance en el promedio nacional, aunque en el caso de estados como Chiapas, Guerrero, Oaxaca y Tabasco al menos el 50 por ciento de su población reportó dificultades para satisfacer sus necesidades alimentarias. El doble que en Ciudad de México, donde un 25 por ciento dijo tener ese problema.
La propia Presidenta Claudia Sheinbaum reconoció en su conferencia del 4 de agosto que aunque en general habían aumentado los ingresos, aún existían desigualdades entre estados, por lo que era necesario impulsar más la zona sur.
Además de la ENIGH, el indicador de Pobreza Laboral -que mide el porcentaje de la población a la que no le alcanza para comprar al menos la canasta alimentaria para todos los integrantes de una familia- alcanzó su registro histórico más bajo en el cierre del sexenio de López Obrador, al ubicarse en 35 por ciento, mientras que de 2009 a 2018 se mantuvo por encima del 40 por ciento.
Para el primer trimestre de 2025, ya en el sexenio de Claudia Sheinbaum, el porcentaje bajó aún más, hasta el 33.9 por ciento.
Otro reporte, el de Estado de Seguridad Alimentaria y Nutrición en el Mundo, de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), mostró que la prevalencia de desnutrición entre la población mexicana pasó de 4.1 por ciento entre 2004 y 2006 (4.4 millones de personas) a 3.1 por ciento (3.9 millones de personas) entre 2021 y 2023.
“Si bien ha habido una reducción en la inseguridad alimentaria severa, que pasó del 3.4 por ciento entre 2014-2016 al 3 por ciento entre 2021-2023, y avances en otros indicadores como la prevalencia de emaciación [estado de extrema delgadez] (1 por ciento) y el retraso en el crecimiento en niños menores de 5 años (12.6% en 2022 frente al 13.3% en 2012), la situación sigue requiriendo atención continua”, refirió la FAO en octubre pasado.
La Ensanut, señaló que para 2023 un 13.9 por ciento de las niñas y niños menores de cinco años tenían baja talla o desnutrición crónica, y un 3.9 por ciento un nivel bajo de peso.
Hubo también una mejora respecto a 2018, aunque especialistas del Instituto Nacional de Salud Pública señalaron un “estancamiento” de ese indicador, por lo que era necesario redoblar esfuerzos, sobre todo enfocados en los sectores con más carencias, como la población rural e indígena, donde la desnutrición crónica fue de 27.4 por ciento.








