CRÓNICA ¬ Pocos saben, pero rebeliones de los 60 y 70 alientan Tiendas del Bienestar

01/11/2025 - 4:15 pm

Las tiendas del Bienestar tienen su origen no sólo en la Conasupo, sino también en la lucha de comunidades indígenas que protestaron porque no podían comprar productos básicos.

Ciudad de México, 1 de noviembre (SinEmbargo).- Sentada junto al anaquel recién surtido, María Luisa Albores, directora General de Seguridad Alimentaria Mexicana, da la bienvenida: “éste es nuestro espacio, es nuestra tienda aquí en la Ciudad de México”. Afuera, ya empieza a crecer una fila de gente a la espera de que abran el local. Aguardarán cerca de una hora para luego entrar a vaciar el estante de los productos del Bienestar.

Apenas se cumplió un año del Gobierno de la Presidenta Claudia Sheinbaum, pero las tiendas del Bienestar se encaminan a ser uno de sus proyectos emblemáticos. Las viejas tiendas de la Compañía Nacional de Subsistencias Populares (Conasupo) son su antecedente. Pero hay algo más: las rebeliones campesinas en la Sierra de Puebla en los años 60 y 70, movimientos que muchos años después se vincularían a la historia de vida de María Luisa Albores.

“Cuando a mí me invita la Presidenta es sumamente conmovedor”, dice la exsecretaria de Bienestar y exsecretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales en el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Y al llegar a la oficina de la Dirección General de Seguridad Alimentaria Mexicana, su nuevo lugar de trabajo en el segundo Gobierno de la Cuarta Transformación, fue para ella como una confirmación de la decisión de integrarse a esta administración.

Lo primero que vio fue una vieja fotografía en blanco y negro colgada de la pared. Era de la Cooperativa Tosepan Titataniske, que traducido del náhuatl quiere decir “Unidos venceremos”, fundada tras el movimiento que también llevó a la creación del primer primer almacén de la Conasupo y la Coordinación General del Plan Nacional de Zonas Deprimidas y Grupos Marginados (Coplamar) en los 70.

María Luisa Albores antes de ser funcionaria pública fue asesora e integrante de la Cooperativa Tosepan Titataniske. La fotografía la devolvió a ese origen suyo y el de las tiendas. “Para mí fue como: estoy en el lugar correcto y me encanta lo que estamos haciendo”.

Y parte de lo que están haciendo es ampliar la red de tiendas. Al inicio del sexenio, había 24 mil 511 y en un año llegaron a 25 mil 300. Planean cerrar el 2025 con 25 mil 600 establecimientos y que, al final de esta administración, en 2030, sean 30 mil. Las tiendas del Bienestar, como en su momento lo hicieron las tiendas Conasupo, ofrecen productos de la canasta básica.

Sin embargo, en los últimos meses, mucha gente busca en esas tiendas productos en específico: el café, la miel y el chocolate de mesa, en polvo y de barra del Bienestar, la marca del Gobierno que se ha posicionado rápidamente. Sobre todo entre quienes apoyan a la Cuarta Transformación.

Cafe bienestar que se vende en las tiendas del Bienestar.

Queremos comprar azúcar

“Este programa surge en los 60 con el nombre de Conasupo”, recuerda María Luisa Albores. Fue fundado en 1961 por el Presidente Adolfo López Mateos para garantizar el abasto de alimentos básicos y regular los precios del maíz, frijol, arroz, leche y otros granos.

En 64 años de historia, el programa ha ido cambiando. En el Gobierno de López Obrador se modificó a Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex). Pero el programa de tiendas de abasto “sigue vigente y sigue vivo, aunque se le ha querido hacer muchas cosas”, señala María Luisa Albores.

El uso clientelar y el control de las comunidades indígenas y rurales por parte del PRI así como los manejos opacos y la corrupción incluso de gobiernos de Morena, desafortunadamente ha sido parte de su historia. Y a ello volveremos, pero antes hay que saber que estas tiendas “han aguantado”, como señala la funcionaria. Y esto se debe, dice, a que “este programa no fue hecho en escritorio”.

Fue hecho en la rebelión. “Hay un libro muy bonito, Tosepan Titataniske, de Armando Bartra, Rosario Cobos y Lorena Paz Paredes, que está en la red. Ahí narran esta historia que les estoy contando”.

A mediados del siglo pasado, las familias nahuas y totonacas de la Sierra Nororiental de Puebla, enfrentaron la carestía del azúcar. En Cuetzalan y las comunidades cercanas, el azúcar se vendía en hasta 12 pesos el kilo en las tiendas de los caciques, quienes acaparaban ese producto. Mientras que en otros poblados el endulzante se vendía a 2 pesos el kilo.

La Consupo fue fundada en 1961 por el Presidente Adolfo López Mateos. Foto: INAH

Además de los elevados precios, los caciques no les vendían el azúcar si no compraban otros productos de sus tiendas, lo cual era sabido y permitido por el gobernador priista. Bajo esa injusticia vivieron muchos años.

En la década de 1960, llegaron a Cuetzalan los extensionistas, dice Luisa María Albores. Eran servidores públicos, generalmente agrónomos, que les enseñaban a campesinos y ganaderos nuevas técnicas para aumentar su producción. Pero lo que querían las comunidades “era comprar el azúcar más barato”.

Las quejas y las propuestas fueron recogidas por los extensionistas. Eso que vivían en Cuetzalan pasaba en otros lugares del país, donde intermediarios, “coyotes” o dueños de las tiendas de abarrotes controlaban el mercado de varios productos básicos. Así, en 1961 nació la Conasupo y luego las tiendas de esta compañía estatal.

Sin embargo, al menos en Cuetzalan las cosas no cambiaron mucho. Con el hartazgo y la necesidad acumulados, en 1978, cinco comunidades de Cuetzalan se organizaron para llegar hasta las bodegas del gobierno a comprar azúcar. “No pedían que les vendieran más barato, no pedían que les entregaran y después pagaban. No, que les vendieran. Y no les quisieron vender porque había un compadrazgo entre el gobernador en turno con el cacique del poblado que tenía la tienda”, cuenta María Luisa Albores.

Entonces comenzó la protesta. “No se retiraron de ahí hasta que les vendieran el azúcar y les vendieron el azúcar. Hay unas fotos históricas, hermosas, donde la gente va con mecapal y se ponen su bulto de azúcar para llevarlo, a pie, hasta su comunidad”.

Después de esa experiencia, las comunidades se organizaron para crear sus propias tiendas de abasto. Primero vendieron azúcar, luego incluyeron maíz, frijol y otros productos básicos.

“Tomando como ejemplo nuestra experiencia de tres años distribuyendo azúcar y productos básicos, en 1980 se abrió en la región el primer almacén Conasupo-Coplamar, un programa de abasto del gobierno federal que después se extendió a todo el país”, se señala en el libro que citó María Luisa Albores.

En ese mismo año, a la par que las tiendas Conasupo iban llegando a más lugares del país con el logo del PRI, en Cuetzalan esa red de tiendas comunitarias se convirtió en la Cooperativa Tosepan Titataniske, que quiere decir “Unidos venceremos”, la cual impulsa la producción y el comercio justo en más de un centenar de comunidades indígenas.

María Luisa Albores fue parte de esa cooperativa durante varios años. Uno de los proyectos que impulsó ahí fue la Tosepan Pisilnekmej, para comercializar productos de miel de abejas meliponas.

La directora de Alimentación para el Bienestar, María Luisa Albores, sostuvo que la marca del Bienestar no es una ocurrencia, sino una ayuda para productores.
La directora general de Alimentación para el Bienestar, María Luisa Albores González. Foto: Paulina Soto, SinEmbargo

De Conasupo a Segalmex

“Ahora somos la red de abasto rural más importante en América Latina, con 25 mil 300 tiendas, que vamos a potenciar a 30 mil”. Esto se ha logrado, como señala la funcionaria, pese a muchas cosas.

La Conasupo fue utilizada por los gobiernos neoliberales del PRI, como el de Carlos Salinas de Gortari, para mantener un control territorial. Las tiendas muchas veces eran administradas por líderes locales priistas y se usaron para distribuir productos subsidiados a cambio de apoyo electoral.

Y en la década de los años 90, con la mayor apertura al neoliberalismo e incorporación de ese modelo económico a las políticas públicas del país, el sistema de Conasupo comenzó a desmantelarse. En 1999, Ernesto Zedillo la extinguió.

Pero sobrevivió la Distribuidora e Impulsora Comercial Conasupo (Diconsa), para medianamente garantizar alimentos básicos a precios más bajos que los del mercado. También se mantuvo Leche Industrializada Conasupo (Liconsa), encargada de producir y distribuir leche a bajo costo.

Cuando en 2018 llegó el Presidente Andrés Manuel López Obrador, su política fue rescatar ese proyecto. Pero esta vez no era sólo garantizar el abasto, sino la autosuficiencia alimentaria y la justicia social en el campo. En 2019 creó Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex), que integró a Diconsa y Liconsa.

Sin embargo, un fraude cometido por directivos, que superaron los 15 mil millones de pesos. Si bien esto se trata de un caso “vergonzoso”, a decir de Albores, la política de autosuficiencia alimentaria no se alteró.

Blanca Juárez

Blanca Juárez

Periodista egresada de la UNAM. Cubre temas políticos, laborales, sociales y culturales con perspectiva feminista.

Lo dice el reportero