Para el mexicano es común ver en su día a día algún rótulo, ya sea en una estética, una pollería, alguna tienda o una carnicería. Es imposible que alguno de nosotros no haya visto un rótulo en algún punto de nuestra vida. El rótulo es un elemento artístico que forma parte de los negocios, y su principal objetivo es anunciar y llamar la atención de un posible cliente.
Por Angélica González
Ciudad de México, 14 de diciembre (SinEmbargo).- La revista-libro no. 95 El otro muralismo, de la editorial Artes de México se encarga de hacer un estudio de la figura del rótulo, lo qué conlleva, su propósito, qué representa para los mexicanos y su historia. Para hablar del rótulo se tiene que hacer desde una manera seria y respetuosa, sin estandartes elitistas sobre el arte. Hay que tomar en cuenta que muchos de quienes elaboran los rótulos son personas que no realizaron estudios en academias de arte o especializadas en el área, y en cambio aprendieron el oficio con algún maestro o de manera autodidacta con tal de ganar un sueldo.

La historia del rótulo
La rotulación ha sido un proceso que se encuentra en constante movimiento gracias a miles de personas que lo ejercen. Uno de los antecedentes más importantes de la rotulación es a final del siglo XIX cuando C. W. Reinhardt, dibujante de Engineering News, vio la necesidad de crear una letra sencilla y legible. Con este invento logró que mucho tiempo después se crearán miles de tipografías, y según los expertos se cree que la rotulación existe desde el siglo XVIII.
En México se considera a los Exvotos –imágenes en donde se agradece un milagro a un santo– el antecedente de los rótulos, pero el negocio de ser rotulador toma fuerza durante el Porfiriato. Para ser un rotulador se tiene que tener ingenio y saber dominar cuatro elementos: letras, colores, dibujos y la manipulación de distintos materiales.
El papel del rotulista no sólo se limita a anunciar algo, también enriquece –de manera directa o indirecta– las calles, usándolas como papel de una especie de muralistas que con su ingenio y humor se encargan de elaborar imágenes llamativas para poder comunicar y vender.

¿Qué conlleva el rótulo?
La composición de un rótulo está diseñada para comunicarse con el consumidor y lograr trascender gracias a su iconografía donde destaca el ingenio, el humor y el talento del rotulador. El rotulista no tiene que ser experto en las artes, muchas veces se contrata a amigos o personas que los dueños de los negocios consideran que dibujan bien. Los distintos artículos de la revista plantean tres principales funciones que tiene un rótulo: llamar la atención del transeúnte hacia un local comercial; informar el giro del local; y que la gente sepa que es lo que se vende.
El rótulo se transforma en un mnemónico –herramienta que ayuda a la memoria y asociar nueva información con algo más fácil– que permite identificar el nombre y la naturaleza del negocio con una imagen, lo que facilita que el consumidor conozca a donde ir, y si no sabe leer que logre identificar lo que se venda en ese local.

La revista hace notar algo curioso y que muchos de nosotros no nos damos cuenta, y es que hay ciertos patrones que se repiten entre el negocio y el rótulo. Por ejemplo, para las pastelerías se eligen personajes de Disney; para las carnicerías se eligen cerdos; para las estéticas, mujeres guapas y arregladas, en el caso de las cremerías o tiendas donde se vendan derivados de lácteos se ponen vacas. En cada local hay una imagen relacionada con su giro comercial.
El rotulismo fue ignorado por muchos académicos de arte, y hasta tiempos recientes se le ha dedicado estudios donde se habla del tema. Para las personas las imágenes son parte de las calles y nutren la identidad social y cultural de donde viven, aportando color e identidad a distintas zonas no solo de México, sino de todo el mundo.




