En este texto por parte de la Editorial Artes de México, el autor Emanuel aborda el libro Siete dioptrías con una reflexión desde la fotografía y la poesía, con esto nos ofrece un itinerario de los reflejos y resplandores que se perciben cuando se necesitan siete dioptrías de aumento.
Por Emanuel Vite Chávez
Ciudad de México 18 de mayo (SinEmbargo).- El libro Siete dioptrías de la colección Luz Portátil de la Editorial Artes de México. Es un diálogo multidisciplinario y multisensorial alrededor de una característica: la miopía, que busca representar un lente más de la realidad. La poesía y la fotografía conforman un dueto que invita a ver a través de esa lente, a jugar con las siluetas y a adivinar historias.
La incertidumbre del miope
La miopía está retratada de forma creativa en 35 fotografías en las que en ocasiones se dibujan siluetas claramente reconocibles y en otras más, el lector/espectador queda inmerso en un juego por descifrar la escena que se nos muestra. Más que una representación de la realidad, la mayoría de las fotografías parecen cuadros de expresionismo abstracto.
Hasta en las imágenes donde hay figuras más reconocibles como torsos, pies, bicicletas, árboles y farolas, el ensayo fotográfico de Nirvana Paz y Bernard Plossu nos permite jugar con nuestra imaginación, al carecer de mayor contexto y menos aún de detalles o de nitidez, podemos (re)imaginar y (re/de)construir historias. La falta de detalle permite dar vuelo a nuestros sentidos, imaginando olores, sonidos y sensaciones, ya sea que estemos riendo con amigos en un bar de París o apreciando el paisaje desde un hotel en Venezuela.
“Quien tachó de imperfección a esta ceguera tan niña”
Es como inicia una de las diez décimas que conforman este título que no busca una reivindicación de la miopía, pues nunca ha sido necesaria, sino invita al lector a ver metafórica y literalmente mediante el lente de las personas miopes.

Las fotografías de Nirvana Paz y Bernard Plossu que complementan los versos de Nuria Gómez, son una experiencia que orilla al lector, a quien también podemos considerar espectador, a ponerse o quitarse dependiendo el caso, los lentes para comprender cómo experimentan el mundo las personas con miopía más allá del “ver borroso”.
Nuria, Nirvana y Bernard ofrecen una experiencia en la que la miopía se presenta como una forma diferente de ver el mundo en el sentido más literal posible, pero son su dosis de metáfora, en lugar de una imperfección como se menciona al inicio en el verso citado. Prueba de ello es la penúltima de las décimas, en las que el miope sin lentes:
“[...] Ve cuerpos efervescentes
que buscan en sintonía
una sola anatomía
sin contorno ni entremuro.[...]”
Con estos versos, la autora nos comparte una perspectiva en la que los detalles y las imágenes nítidas nos privan de una experiencia sensorial parecida a ver una pintura en movimiento, esperando a descubrir su forma final.
De la miopía a la melodía
No podemos dejar de lado el uso de la décima como recurso para complementar la experiencia visual de Siete dioptrías, ya que debido a su métrica y estructura rítmica, nos permite leer -y hasta cantar- cada verso en voz alta, haciendo de este título un álbum de melodías, trasladando de esta forma una experiencia visual como la miopía al idioma sonoro.
Con ello, la lectura de cada estrofa es sumamente disfrutable y fluida, facilitando la inmersión a la hora de apreciar cada fotografía y dejándonos con ganas de leerlos una y otra vez.

Al igual que las fotos, los versos de Nuria Gómez juegan con la miopía, ofreciendo puntos de vista, ironías y parte del cotidiano de los miopes, golpeándose con cuanto objeto se les cruza si no traen sus lentes:
“Vivimos dándonos topes
contra los paisajes pardos”
Sin embargo, como lo mencioné, no se nos presenta la miopía como un defecto, como obstáculo o como algo redimible, sino tal cuál es y mediante experiencias y reflexiones propias de un miope.




