ADELANTO ¬ Un abrigo bordado de estrellas: poética y política en Luxemburgo

12/10/2025 - 4:14 pm

SinEmbargo comparte en exclusiva con sus lectores uno de los ensayos que componen la obra del mexicano Samuel González Contreras: Un abrigo bordado de estrellas: Ensayos para continuar conspirando, que editan la Brigada para Leer en Libertad y la fundación Rosa Luxemburg Stiftung.

Ciudad de México, 12 de octubre (SinEmbargo).–  “¿Qué tienen en común Rosa Luxemburgo y Pierre Clastres, Toni Negri y los dadaístas?”, cuestiona el filósofo franco-brasileño Michael Löwy. “... los une una misma ambición, que muy bien define el autor en la introducción: intentar contribuir a la construcción de sensibilidades revolucionarias y proyectos políticos antisistémicos”, expone en la presentación de Un abrigo bordado de estrellas: Ensayos para continuar conspirando, del escritor, promotor cultural, y profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM Samuel González Contreras.

En efecto, esta obra que editan la Brigada para Leer en Libertad y la fundación Rosa Luxemburg Stiftung reúne una serie de ensayos “frutos de un encuentro entre reflexiones teóricas, prácticas ensayísticas y experiencias militantes desde el campo de la extrema izquierda y los movimientos sociales”.

SinEmbargo comparte uno de los ensayos que componen la obra de Samuel González Contreras: Un abrigo bordado de estrellas: Ensayos para continuar conspirando.
Un abrigo bordado de estrellas: Ensayos para continuar conspirando, del escritor, promotor cultural, y profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM Samuel González Contreras. Foto: Brigada para Leer en Libertad

“No pretenden una unidad armoniosa, ni parten de una ambición teórica en sentido sistémico. Sin embargo, aspiran a colocar la mirada sobre una serie de cuestiones que permiten visualizar dimensiones comunes y la posibilidad de ciertos planteamientos transversales a éstas”, explica el autor en la introducción.

SinEmbargo comparte en exclusiva con sus lectores el primero de estos ensayos dedicado a la poética y el pensamiento político de Rosa Luxemburgo. Como refiere Samuel González Contreras: “La poética de Rosa muestra que un proyecto revolucionario debe ser atrevidamente poético en su capacidad de afirmar la vida y hacer del mundo un acto creativo; en ello se afirma nuestra condición política, pero en el terreno fáctico de la vida de las personas permite reconocer que la vida no se agota en la política y admite continentes poéticos y existenciales que poseen infinitas posibilidades”.

SinEmbargo comparte uno de los ensayos que componen la obra de Samuel González Contreras: Un abrigo bordado de estrellas: Ensayos para continuar conspirando.
Anuncio sobre la presentación del libro Un abrigo bordado de estrellas: Ensayos para continuar conspirando en la FIL del Zócalo. Foto: Brigada para Leer en Libertad

Este libro es presentado en la XXV Feria Internacional del Libro del Zócalo, y en próximas fechas habrá una convocatoria para que se dé a conocer en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y la UAM Xochimilco.

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UN ABRIGO BORDADO DE ESTRELLAS:

POÉTICA Y POLÍTICA EN LUXEMBURGO (1) 

“Esto es precisamente lo que me gusta de ti, que yo pueda ponerte de ese humor de champagne, en el que la vida nos baila por el cuerpo y se siente una dispuesta a cometer cualquier locura”
R. Luxemburgo

“Un hombre en su meditación secreta está perdido por ese laberinto que ha creado en el arte y la política … Nosotros, que hace siete años la verdad y el honor teníamos por temas, chillamos de placer si enseñamos la contorsión y el colmillo de la comadreja”
W. B. Yeats

Escribe desde una cárcel a inicios de 1917; se niega a deponer su alegría y tenacidad:

Y entonces estaba pensando ayer: qué curioso es que continuamente vivo en una embriaguez de alegría –sin motivo alguno–. Así, estoy acostada por ejemplo aquí, en mi celda oscura, en un colchón duro como una roca; a mi alrededor domina el silencio habitual de un cementerio; una se siente como en el sepulcro: desde la ventana se dibuja en el techo el reflejo de la linterna que arde en la prisión toda la noche. De vez en cuando se escucha solamente el sordo rechinar lejano de un tren que va pasando; o muy cerca, bajo las ventanas, el carraspeo de la guardia, que en sus pesadas botas hace un par de pasos lentamente para mover las piernas entumecidas. La arena cruje vacía de esperanza bajo esos pasos, y todo el abandono y la imposibilidad de encontrar solución a la existencia resuenan así en la oscura noche húmeda. Ahí estoy acostada, quieta y sola, envuelta en estos múltiples paños negros de las tinieblas, del aburrimiento, del cautiverio en invierno –y en ese momento late mi corazón con una felicidad interna indefinible y desconocida, como si estuviera caminando bajo los rayos de un sol brillante por una pradera en flor–. Y sonrío en la oscuridad a la vida, como si supiera algún secreto mágico que pudiera desmentir todo lo malo y lo triste, y lo convirtiera en mucha luz y felicidad. Y ahí busco yo misma cuál es mi razón para tener una alegría, no encuentro nada y tengo que reírme otra vez de mí misma. Creo que el secreto no es otra cosa que la vida misma; la profunda penumbra de la noche es tan bella y suave como el terciopelo, si una sabe mirarla. Y en este crujir de la arena húmeda, bajo los pasos lentos y pesados de la guardia, canta también una pequeña linda canción sobre la vida –si una sabe escuchar bien–. En estos momentos pienso en usted y tengo tantas ganas de compartirle esta llave mágica, para que siempre usted, y en cualquier circunstancia, perciba lo bello y la felicidad de la vida, y principalmente vaya caminando sobre una colorida pradera. (2)

Se trata del vestigio de una vida que atraviesa una situación de naufragio, sin duda. Pero hay más… Ningún romanticismo inocuo de por medio: ella intenta esquivar cualquier tipo de lástima sobre sus múltiples marginalidades sociales (mujer, polaca, judía, coja); no espera que nadie parta de ahí para juzgarla, examinarla o valorarla. Por el contrario, es capaz de arrancar a dichas ubicaciones lo más preciado en términos de sus alcances sensibles. En cambio, pretende colocar los focos de su vida en otros continentes; su trayectoria ilustra esta convicción. Al respecto también pueden mencionarse sus principales textos políticos, así como buena parte de su correspondencia. Hoy podemos verlo con cierta distancia, e incluso suspicacia, pero las líneas de la carta anterior exhiben glamorosamente que el gesto existencial es del todo radical y poético.

De manera simultánea, se trataba de un impulso estrechamente ligado a sus conclusiones estratégicas y políticas, a su forma de concebir la revolución social y a las propias concepciones que tenía en torno al valor y sentido de la vida misma. De hecho, su apuesta existencial exhibe una relación peculiar entre política y poética en el terreno fáctico de la vida; en el universo compuesto por apuestas y renuncias, por esmeros y muestras de amor infinitas. Idealmente, la revolución y la política pueden ocuparlo todo (en términos teóricos es innegable), incluso hasta alcanzar ciertos excesos instrumentales; en la práctica, cuando la revolución naufragaba, quedaba el residuo de vidas marcadas por un feroz e inmenso impulso poético, como lo expresa el universo literario compuesto por la correspondencia personal de Rosa Luxemburgo.

Aquí, lo interesante radica en que la figura y vida de la gran teórica y militante comunista fueron también un acontecimiento profundamente poético. En nuestra opinión, este fermento brindó un impulso fundamental al efecto expansivo y explosivo de los proyectos revolucionarios de las mayorías a inicios del siglo XX. Incluso su verdugo, el capitán Waldemar Pabst, supo reconocer esta potencia: “Participé en aquel entonces (1919) en una reunión del KPD durante la cual hablaron Karl Liebnecht y Rosa Luxemburg. Me llevé la impresión de que los dos eran los líderes espirituales de la revolución, y me decidí a hacer que los mataran”. (3)

Como se ve, la espiritualidad es expuesta abiertamente como un elemento sustancial de la política revolucionaria. Se antoja pertinente en esa medida preguntarnos de qué estaba compuesto dicho espectro de energías revolucionarias, que permitía a los militantes encarar la represión y la derrota para llevar a la vida hasta sus límites.

En este caso, la magia identificable en la poética de Luxemburgo radica en su capacidad de ilustrar teórica y literariamente aquella sensibilidad pujante entre las masas revolucionarias de inicios del siglo XX, mezcla de combatividad, sacrificio y profundo vitalismo que sacudía de forma itinerante y escandalosa las almas de millones de plebeyos y propiciaba el despertar de un hermoso monstruo que ya esperábamos sobre la Tierra. (4)

Se trató de una época signada por guerras y revoluciones; Lenin acuñó la frase crucial. Sin embargo, dicha dualidad no explica de manera automática las potentes místicas militantes que acompañaron los procesos revolucionarios del siglo pasado. Cómo explicar que en medio del encierro y la posibilidad de la derrota total, Luxemburgo cantase a la vida, indicando que no podrían quitarle todo, lo cual puede interpretarse de manera profundamente política, pero haciendo hincapié en una vida que en momentos va más allá de su trayectoria militante.

En medio de fuertes debates sobre la estrategia para desplegar la revolución, ella mostró comprensión y afinidad a la espontaneidad revolucionaria, haciendo frente a las posiciones anarquistas y reformistas. Luxemburgo no confió ciegamente en el espontaneísmo efectista ni en la acumulación lineal de fuerzas a través de votos y puestos en el parlamento; de ahí que la huelga general no pudiese plantearse como un milagro o una decisión del comité central del partido. Esta posición brindaba una visión política flexible y abierta a la creatividad, donde son posibles y necesarias las rupturas en la temporalidad y la conciencia, pero también la permanencia y vaivén de estructuras.

Quisiéramos plantear la posibilidad de pensar que su ideario político y trayectoria militante se vincularon y sostuvieron –aun parcialmente– en una poética profunda que, por un lado, cuestionó los cánones mercantiles de las sociedades capitalistas, condenadas al valor de cambio y que, al mismo tiempo, colocó un dique de contención a la idea de que la revolución comunista, la militancia y la política tuvieran que abarcarlo o agotarlo todo, explicarlo y fundamentarlo, evitando así un dogmatismo político con alcances éticos y estéticos profundamente autoritarios. Dicha sensibilidad transcurrió en medio de sus elaboraciones teóricas, su trayectoria política y su correspondencia personal. En este último ámbito se muestra de manera más explícita y contundente.

La poética de Luxemburgo cuestionó desde un profundo vitalismo el núcleo ideológico de ciertas visiones revolucionarias que frecuentemente rayaron en excesos instrumentales. De ahí que sea posible encontrar una reivindicación de lo bello: “Si Clara, como arcángel en la puerta del Estado del futuro, con su espada flameante expulsa a las Irenes, le suplicaría con las dos manos juntas: déjanos a las doce Irenes, aunque ellas sean como los colibríes o las orquídeas que tan sólo son buenos para adornar la tierra. Estoy a favor del lujo en todas sus formas”. (5)

Este punto enlaza su visión poética y existencial con un debate profundamente político planteado por Walter Benjamin en sus tesis de filosofía de la historia:

La lucha de clases, que el historiador educado en Marx tiene siempre presente, es una lucha por las cosas burdas y materiales, sin las cuales no existen las cosas más finas y espirituales. Pero estas últimas están presentes en la lucha de clases, y no como simple imagen de una presa destinada al vencedor. En tal lucha, esas cosas se manifiestan como confianza, valentía, humor, astucia, impasibilidad; y actúan retroactivamente en la lejanía de los tiempos. Ellas pondrán en cuestión toda victoria lograda en el tiempo por los dominadores. 

El párrafo anterior muestra el interés estratégico que debemos tener por la construcción de textos poéticos y místicos militantes a la hora de construir proyectos y organizaciones revolucionarias a gran escala. En otras palabras, toda revolución o fuerza revolucionaria abreva de un sustrato sensible que cabría denominar poética y se conecta orgánicamente con la consolidación de místicas militantes. Simultáneamente, esos reinos sensibles continúan filtrando la historia para nosotros: ¡los comuneros de París siguen levantando los adoquines para nosotros! Rosa se esmera en seguir escribiendo cartas desde la cárcel.

Por otra parte, en sus cartas se admira que su concepción de la política y la importancia de su militancia expresan sólo parte de su proyecto de vida; con ello evita una visión instrumental o trascendental de la revolución. Su vida interior alberga y explora otros universos sensibles:

Pero cuando el mundo entero se sale de quicio, lo único que me preocupa es saber el qué y el porqué de lo que ocurre, y desde el momento en que sé que he hecho lo que tenía que hacer, recobro la tranquilidad y el buen humor. Ultra posse nemo obligatur (Nadie está obligado a más de lo que puede). Además, todavía me queda todo cuanto hasta hace poco era para mí motivo de satisfacción: la música y la pintura, las nubes, y la herborización en primavera, y los buenos libros, y Mimi y tú, y muchas otras cosas más; en fin, que soy tan rica como Creso y confío serlo hasta el último instante de mi vida. Este hundimiento total en medio de la miseria cotidiana es incomprensible e insoportable para mí. Observa, por ejemplo, la serenidad con que un Goethe se sobreponía a los acontecimientos. Y piensa por todo lo que hubo de pasar durante su vida: la gran Revolución Francesa que, de cerca, debía producir el efecto de una mascarada sangrienta y sin finalidad alguna; luego, de 1793 a 1815, una serie de guerras que se suceden sin interrupción y que vuelven a dar al mundo la apariencia de un manicomio suelto. ¡Y con qué tranquilidad, con qué equilibrio interior proseguía él, entretanto, sus estudios sobre la metamorfosis de las plantas, sobre la teoría de los colores, sobre mil cosas diversas! No te pido que hagas versos, como Goethe, pero su modo de concebir la vida –el universalismo de los intereses, la armonía interior– está al alcance de cualquiera o, por lo menos, todos pueden pugnar por alcanzarla. Y si me dices que Goethe no era un político militante, te replicaré que el político de acción es quien debe sobreponerse a los acontecimientos si no quiere naufragar, estrellándose contra el primer escollo que se le presente. (6)

La obra poética y vitalista de Luxemburgo sostiene y se comunica con el proyecto y las energías de la dimensión de la política y del horizonte de revolución social, pero al mismo tiempo no se agota en éstos. No demanda de las Irenes ser revolucionarias para ser bellas, como tampoco exige a la revolución abarcarlo todo en nuestras vidas. En esa tesitura, tampoco exige al lenguaje la veracidad reclamada por el positivismo recalcitrante, que con frecuencia inoculó perniciosamente al marxismo: “Y si cualquier día se me antoja tomar un par de estrellas para regalárselas a alguien como un par de gemelos, no quiero que un sesudo pedante venga a advertirme, con empaque doctoral, que con ello echo a perder los atlas astronómicos de las escuelas”. (7)

Durante la segunda mitad del siglo XX, la idea de revolución social fue profundamente criticada por su desprecio hacia la vida cotidiana y personal. La potente idea-fuerza feminista resulta descollante en este sentido: lo personal es político; su radicalidad consiste en visibilizar relaciones de poder más allá del espacio público y el ámbito de las instituciones estatales, al tiempo de alumbrar la posibilidad de politizar cuestiones que parecían extra o infrapolíticas. Sin embargo, un análisis extremista de dicha frase podría conducirnos a la sensación de que el poder y las prácticas políticas están distribuidos de modo homogéneo.

Como refiere Pierre Clastres, el asunto es que si la política está en todos lados, entonces no está en ninguno y resulta exactamente equiparable al universo de lo social. (8)

El riesgo proviene de dos extremos encaminados acaso a la disolución o abdicación de la política, ya sea por una visión tendente a disolverla en la cotidianidad más reducida o por mostrar un anhelo sustancialista y trascendental, pues entre creer en la política como el gran acontecimiento y su opuesto contrario puede haber más conexiones de las apreciables a simple vista, con lo cual se gesta la idea de una política omnipresente.

En nuestra opinión, es innegable admitir la condición política de las sociedades humanas, referida a la posibilidad de modificar, conducir el sentido y materialidad de nuestras vidas con los otros y al establecimiento de relaciones y sentidos para el poder. Sin embargo, dicho reconocimiento no agota el hecho de que la política se configure como un campo vivo y en permanente definición, atravesado y compuesto por distintas fuerzas, proyectos y sujetos, que desplazan, regulan e institucionalizan la política misma. (Las reflexiones de Luis Tapia resultan de suma valía en este sentido.)

Por lo anterior, el corpus poético de Luxemburgo es útil para dotarnos de nuevos canales a fin de rehacer nuestras interpretaciones de las luchas revolucionarias del siglo XX y reemprender la puesta en escena de una nueva sensibilidad revolucionaria a gran escala. Los enfoques más reaccionarios de la historia se esfuerzan hasta hoy en poner el acento sobre el dogmatismo o los instintos de las masas. La insistencia por admirar en la Revolución de Octubre un golpe de Estado, así como la vulgar falsificación de la vida de Trotsky, a través de una reciente serie de televisión, es muestra historiográfica y cultural de la potente embestida que debemos enfrentar y doblegar.

La poética de Rosa muestra que un proyecto revolucionario debe ser atrevidamente poético en su capacidad de afirmar la vida y hacer del mundo un acto creativo; en ello se afirma nuestra condición política, pero en el terreno fáctico de la vida de las personas permite reconocer que la vida no se agota en la política y admite continentes poéticos y existenciales que poseen infinitas posibilidades. En medio de la orfandad revolucionaria de nuestros tiempos, un aspecto que resulta urgente proyectar estriba en creaciones poéticas capaces de ligarse a estrategias y proyectos organizativos concretos.

La poética no es una simple imagen con relación a la política; a decir verdad, en ciertos momentos resulta imposible diferenciar ambos elementos. Pensemos en el terreno de confrontación sembrado al señalar al 1 por ciento de la población privilegiada, o en la idea de la casta impulsada en el Estado español; podría agregarse también el ánimo de combate de los indígenas bolivianos o de los partisanos italianos.

Las contradicciones mencionadas se encuentran, al menos parcialmente, armonizadas en la visión y experiencia vital de Rosa Luxemburgo, pues vida y revolución no se confunden, y su obra poética permite navegar, no sin tensiones, en estos convulsos continentes: la revolución es para transformar la vida, pero no es la vida misma. Uno puede apostar por eso, pero no confundir la vida con un fin ni la política con mero instrumento. A lo lejos, su voz se abre en medio de la noche, como un pequeño candelabro que murmura para nosotros: “Sólo quisiera darle además de mi inagotable serenidad interna, para poder quedarme tranquila sobre usted, que vaya por la vida en un abrigo bordado de estrellas que la cuide de todo lo pequeño, lo trivial, de lo que le atemorice”. (9)

NOTAS BIBLIOGRÁFICAS:

  1. Agradezco profundamente los comentarios y las correcciones de Michael Löwy, Rebeca Salazar, Laura Nieto y Zadel Patricio.
  2. Schütrumpf, Jörn, 2011, Rosa Luxemburg o el precio de la libertad, México, Distrito Federal: Karl DietzBerlin: 67
  3. Ibíd.: 7
  4. Referencia explícita a Walter Benjamin y Antonio Negri.
  5. Schütrumpf, Jörn, 2011, op cit.:108
  6. Luxemburg, Rosa, 1970, Huelga de masas, partido y sindicatos, México, Distrito Federal: Grijalbo: 149
  7. Ibíd: 150
  8. Clastres, Pierre, 1978, La sociedad contra el Estado, Barcelona: Monte Ávila: 18
  9. Schütrumpf, Jörn, 2011, op cit:67.

Redacción/SinEmbargo

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Lo dice el reportero