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Empecé a escribir esta columna pensando en que no quería hacer algún tipo de recuento del año ni tampoco un resumen de lo que había ocurrido. Para eso están otros. Lo que me proponía era tratar de reflexionar con ustedes sobre cómo la ultraderecha en todo el mundo le expropia a la izquierda el espacio de la rebeldía. Me acordé del libro de Pablo Stefanoni sobre ese tema y empecé a tratarlo de relacionar con lo que había ocurrido en este 2025 en México. Fue así que llegué a varios fracasos que tuvo la oposición bendita: al inicio del año, su insistencia en que si Claudia Sheibaum no se desligaba del programa de reformas que le había sumado 36 millones de votos, entonces sería acusada de títere de López Obrador. Luego, a mediados del año, la intención del PRIAN de boicotear la reforma al Poder Judicial y, más tarde, con 13 millones de votos contados, decir que había desaparecido la separación de poderes y, finalmente, hacia finales del año su intento de hacer resurgir una movilización callejera vía la inversión de millones de pesos para alegar una represión a jóvenes que nunca ocurrió. De eso se acuerda usted y todos. Pero el fracaso de la oposición en 2025 me trajo a la mirada a unos personajes que existieron fugazmente durante el año, inflados por los medios de comunicación enfuruñados de tanto fracaso. Se me vinieron a la mente cinco de ellos cuyos nombres tuve que volver a buscar en la red. ¿Se acuerda usted de la señora mayor que amenazaba a los legisladores con no dejarlos entrar a sus recintos para aprobar la reforma al Poder Judicial? ¿Recuerda a la muchacha que clamó que había 90 cadáveres de estudiantes en la inundación en Veracruz, Puebla, y San Luis Potosí? ¿De la madre buscadora de una supuesta fosa clandestina en Teuchitlán, Jalisco? ¿Le dice algo el nombre de Ayuwaki? ¿Y Grecia Quiroz? Estos cinco personajes fueron propuestos a la opinión pública como encarnaciones de la superioridad moral ante el sistema que, a veces era una dictadura, otras un narco-Estado, pero también personificaron la indignación, la rebeldía juvenil, y los deseos de cambio en el Gobierno, pero fracasaron al igual que las tres tácticas de la oposición en 2025: el sabotaje, la mentira, y la violencia. De eso acabó tratando esta columna.
Pero empecemos por el principio sobre la rebeldía de la ultraderecha. Escribe Stefanoni: “En las últimas décadas, en la medida en que se volvió de-fensiva y se abroqueló en la normatividad de lo políticamente correcto, la izquierda, sobre todo en su versión 'progresista', fue quedando dislocada en gran medida de la imagen his-tórica de la rebeldía, la desobediencia y la transgresión que expresaba. Parte del terreno perdido en su capacidad de capitalizar la indignación social fue ganándolo la derecha, que se muestra eficaz en un grado creciente para cuestionar el 'sistema'. La izquierda se encuentra con frecuencia encerrada en una lucha por defender al capitalismo tal como es frente al capitalismo tal como amenaza con convertirse. Si el futuro aparece como una amenaza, lo más seguro y más sensato parece ser defender lo que hay: las instituciones que tenemos, el Estado de bienestar que pudimos conseguir, la democracia (aunque esté desnaturalizada por el poder del dinero y por la desigualdad) y el multilateralismo. Si 'cam- bio' significa el riesgo de que nos gobierne un Trump, una Marine Le Pen, un Viktor Orbán, un Bolsonaro o un Boris Johnson, parece una respuesta razonable”. Ahí está puesta la tensión que vivimos durante 2025: la izquierda con una mayoría absoluta y una aprobación inédita en la historia mexicana, se enfrenta a una ultraderecha rebelde que puede insultar y agredir verbalmente, hacer cualquier inmoralidad, inventar noticias falsas y conspiraciones absurdas y, finalmente, cometer el máxima irreverencia: pedir la intervención de los marines gringos en nuestro territorio. Ante esto, la izquierda optó por defender al Estado, los derechos sociales y de minorías, la soberanía nacional, la democracia y el multilateralismo, mientras que la ultraderecha se vomita en todo eso y pretende llevar a cabo actos de violencia escudada en una indignación que proviene de un invento: que las elecciones del Poder Judicial son, en realidad, autoritarismo, que las catástrofes naturales son culpa de los actuales gobernantes, que lo es también de las desapariciones forzadas y de la violencia y, para terminar, que atiende las demandas de los jóvenes de la llamada Generación Z, que sería que renunciara la Presidenta más votada en la historia nacional o que la DEA bombardee con drones quién sabe qué laboratorio de fentanilo que produce, además, inmigrantes ilegales.
Esa tensión vivimos a lo largo de 2025. Y es lo que plantea el libro del argentino Stefanoni que ya veía con preocupación el salto de Javier Milei de los programas de televisión a la boleta electoral. Pero en México, por más que la oposición trató de crear un Milei, no tuvo respuesta de la ciudadanía que sabe que los medios masivos mienten, que incurren en conflictos de interés todo el tiempo, y que hay que desconfiar de ellos como método de salud republicana. Es la diferencia entre vivir y hacer política en un país con una guerra de independencia popular, una guerra de reforma por el Estado laico, y una Revolución social.
No obstante, ahí estuvieron sus cinco personajes tristes. Empiezo con la señora de los bloqueos y la huelga toda pagada por la Suprema Norma Piña. Fue una señora llamada Patricia Aguayo. Desde el año pasado, ella se convirtió en vocera de los trabajadores del Poder Judicial que tomaron por la fuerza el Senado de la República el 10 de septiembre de 2024. Para diciembre y, tras su derrota, el Movimiento Ciudadano le otorgó a la señora Aguayo la Medalla Benito Juárez por ---cito a Dante Delgado—“a alzar la voz, a advertir los riesgos, a señalar los vicios de la propuesta, a salir a las calles, a discutir en foros, a subir a los medios de comunicación, a explicar, a cuestionar, a convencer. A organizarse para que el mayor número de personas posibles pudiera informarse de lo que sucedía, siempre será un honor reconocer a personas que ante la imposición de la reforma con las peores y viles tácticas del Poder, no renunciaron a la defensa de lo que creen”. Pero este año, el destino la llevó a no poderse inscribir para participar en la elección a la que se opuso con toda violencia y el apoyo de medios como Radio Fórmula. Fue su intento por desvirtuar la elección, sólo que acabó confesando que era por ignorancia de cómo compartir documentos. Le declaró a esa estación de radio: “los documentos que me habían ayudado a poner en el tamaño de PFD que requerían, a la hora que los quise registrar no me los dejaba registrar porque me decía que estaban demasiado pesados. Yo los había puesto en 10 MB y me los estaba pidiendo en 2MB”. Sería quizás porque los puso en formato PFD y no PDF, como se acostumbra. En lugar de buscar auxilio de alguien del Movimiento Ciudadano que le supiera a las computadoras, decidió impugnar el procedimiento con una carta de la Presidenta Sheinbaum y ahí terminó a esta poderosa rebelde que, según el Movimiento Ciudadano, mujeres como ella habían “roto el techo de cristal”. La imagen que de la señora Aguayo inventaron los medios era la de la maestra estricta que te agarra a reglazos por hablar en clase, una inhóspita e intransitable secretaria de estudio y cuenta de Jeanine Otálora en el Tribunal Electoral, la misma que validó la compra de votos del PRI durante la campaña de Peña Nieto y la misma que hizo un último intento de descarrilar la elección de juzgadores aduciendo el reparto de unos acordeones que no pudo sustanciar. No importaron los bloqueos que detenían el Metrobús de la CdMx, la violencia en el Senado de la República, o el intento de sabotaje el día de las votaciones, para los medios la señora Aguayo era una posible líder de la oposición. Pero no fue y por eso es triste.
La segunda de esta lista es Ceci Flores, la madre buscadora preferida de Acción Nacional, a cuyo “relanzamiento” fue invitada junto con Enrique de la Madrid y Claudio X. González. A esta activista le debemos casos como el del crematorio de Tláhuac en vísperas de las elecciones de 2024 que resultó tener restos de huesos de perros y gatos. Pero este año, tras el hallazgo de un rancho con supuestos restos humanos en Teuchitlán, Jalisco, acusó a la madre buscadora de ahí, Indira Navarro, de mentir porque había asegurado que en ese lugar había mil 500 cuerpos y evidencia de tráfico de órganos. Navarro la acabó denunciando en un juzgado civil por daño moral. Ahora que apareció el nuevo libro de Andrés Manuel la señora Ceci se aventó, sin leer el texto, una reseña que hasta Nexos hubiera rechazado. Dijo: “Ojalá hubiera reflejado en la nueva obra una autocrítica sobre la estrategia de seguridad implementada durante su Gobierno. Ya ve que abrazar a quienes nos matan nos dejó bien caliente el país”. Nadie le avisó a Ceci Flores que el libro trata de la historia antigua, de olmecas, mayas y mexicas. Pero la utilización de las madres buscadoras cuyo duelo las exime de presentar pruebas y cuyos dichos los medios reproducen sin verificar, causó un nuevo personaje triste: quien utiliza la desaparición de un familiar para disputar el monopolio de la verdad sobre fosas clandestinas. Así, varias de ellas dicen que la guerra de Felipe Calderón no es el origen de la violencia que hoy todavía se vive en varios municipios del país, sino que es resultado de lo contrario: de los programas sociales que ayudan a que los jóvenes tengan una alternativa cuando se ven presionados para delinquir.
Este mismo discurso de guerra aparece con nuestra penúltima figura triste, la viuda del asesinado Presidente Municipal de Uruapan. Ella se llama Grecia Quiroz y, desde que fue expuesta a la opinión pública, dejó en claro que estaba compitiendo para quitarle a Morena el Gobierno de Michoacán. En el funeral de su esposo dijo: “El día de hoy no mataron al Presidente de Uruapan, hoy mataron al mejor Presidente de México, al único que se atrevió a levantar la voz, al único que se atrevió a debatir, a hablar con la verdad, a decir siempre la verdad, sin temor a nada, sin temor a perder su vida, sin temor a dejar a sus hijos huérfanos”. Pero, enseguida de tomar posesión como interina en el municipio dijo: “Quienes mandaron matar a Carlos Manzo no supieron que este sombrero tiene una fuerza imparable, incansable con la que en el [año] 2027 les vamos a dar un voto de castigo porque nos vamos a hacer valer y vamos a hacer honrar la memoria de Carlos Manzo”. En medio empezó a decir que morenistas como Leonel Godoy debían ser investigados por el crimen. Al final, como todos supusimos, acabó invitada por el PRI para ser su candidata al Gobierno de Michoacán. El líder del PRI en esa entidad dijo sin miedo a las cuentas de la lechera que con Grecia podían quitarle a Morena la Presidencia y la mayoría en el Congreso. Es como si estas mentes remontaran la realidad para verse, de nuevo, sentados en un cargo público y firmando cheques a sus compadres. Pero lo preocupante es el discurso calderonista de la matanza como solución a la violencia, del exterminio de unos para que otros sobrevivan, el mensaje de toda guerra que es “si desaparecieras del mundo, mi vida mejoraría”. Eso es la política de García Luna pero, sin duda, parece representar cierto inconformismo con los derechos humanos.
Por último y sin ser quinto malo, tenemos al Ayuwaki mexicano. Hay que decir que el verdadero Ayuwaki, viene desde un meme del 2009 en el que un muñeco de animatronic de Michael Jackson se convirtió el leyenda de terrores nocturnos. Por supuesto, Ayuwaki viene de la frase de la canción de Michael Jackson Smooth Criminal que dice: “Annie are you okey?”. Esa misma frase se la dedicó Elon Musk a Trump cuando por fin se enemistaron y él lo implicó en la red de pederastia de Jeffrey Epstein. Pero la versión mexicana vino con la supuesta marcha de jóvenes de la Generación Z que pedían la renuncia de Claudia Sheinbaum y llamaron a una concentración para arropar una agresión directa contra la policía que resguardaba Palacio Nacional. Ese Ayuwaki se llamó Edson Andrade. Él convocó, entre otros, a la marcha violenta a nombre de los que no tienen partido, pero pronto apareció el contrato de Acción Nacional por dos millones de pesos. El joven Ayuwaki salió de Derecho de la UNAM y ha participado en las gestas de los fachos como Gloria Álvarez en el LibertyConMX. Hay que recordar que Gloria Álvarez era la conductora de aquel programa de televisión de mala memoria, El populismo en Amércia Latina, filmado sólo para atacar la campaña de López Obrador en 2018. Lo último que supimos del joven Edson es que anunció que saldría del país por amenazas y así se desinfló su breve carrera al mando de una marcha que juntó a 17 mil personas muy enojadas.
Y así llegamos al final de 2025 y también de esta columna. Queda ahí la agenda de esta nueva ultraderecha mexicana que no sólo no concuerda con el resto de la población de que “primero los pobres”, sino que odia a los pobres por considerarlos desechables y contagiosos. Ahí queda esa llamada a la represión del Estado a los delincuentes como en tiempos de las ejecuciones de García Luna y Calderón. Queda también ahí la idea del apartdismo como la etiqueta de los panistas avergonzados de confesar que lo son. A ver qué nueva figura triste aparece en este año entrante.





