
Ciudad de México, 24 abr (Sin Embargo).- “Desde muy joven quise ser escritor y desde que lo logré he sido el hombre más feliz del mundo”, dice Peter Stamm, el escritor suizo nacido en 1963, considerado uno de los escritores más relevantes de la literatura europea contemporánea.
Autor de las novelas Agnes, Paisaje aproximado, Tal día como hoy y Siete años, candidato al Premio Man Booker en 2013, Stamm será parte de la profusa y atractiva programación que este año presenta el Festival de México en el Centro Histórico, a llevarse a cabo entre el 9 y el 19 de mayo próximos.
Acompañado por el mexicano Enrique Serna, Stamm dará una charla donde se referirá a las nuevas escrituras y a las nuevas lecturas, “un paseo por la literatura en general”, según ha dicho en una conferencia telefónica con la prensa mexicana apostada en la sede del Festival.
Dice no estar nervioso por su candidatura por el Premio Man Booker, donde comparte aspiraciones con el israelí Aharon Appelfeld y el ruso Vladimir Sorokin, entre otros.

“Sé que no lo voy a ganar, así que no tengo ninguna expectativa al respecto”, manifiesta.
En estos días, Stamm se encuentra en los finales de una nueva novela, posterior a su aclamada Siete años y luego de que diera a conocer un libro de cuentos con el título Los voladores, traducida al español por Acantilado.
El nuevo trabajo del autor suizo es la historia de una mujer que pierde el rostro en un accidente y se relaciona con un pintor. Es todo lo que puede decir por ahora.
EL REGRESO A MÉXICO
En la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2011, Peter Stamm fue una de las estrellas del encuentro. Ya había estado una vez, así como otras dos en la ciudad de México, un sitio al que le resulta emocionante visitar.
“Me encanta la escena intelectual mexicana y siempre digo a la gente que conozco en Suiza que en ningún otro lado me han hecho preguntas tan inteligentes como en México”, concede el escritor, al tiempo que en otro tramo de la charla desconfió de las nuevas tecnologías aplicadas a la literatura.

“Me invitaron una vez a escribir en un blog, pero sinceramente no pienso que eso tenga que ver con mi oficio de escritor. Fue algo divertido, pero no literario”, dice.
Para Stamm, los nuevos formatos tecnológicos para leer un libro no resultan todavía demasiado significativos en Europa, cuyo mercado –precisó- “es muy pequeño”, aunque puso la voz de alerta en torno sobre todo al problema de los derechos de autor que generan los e-books.
“Son buenos para llegar a lugares que de otro modo no llegarían, pero hay que tener cuidado con la piratería. Si con los libros comienza a pasar lo que ha pasado con la música, sería una catástrofe para los autores que ya de por sí cobran muy poco por su trabajo”, afirmó.
Como autor prolífico y disciplinado, el suizo viaja con mucha libertad entre el cuento y la novela, un transitar que no le genera mayores obstáculos.
“Para mí es como escribir música. La diferencia entre escribir una pieza de cámara o para una sinfónica. Me siento cómodo en ambas, aunque debo decir que soy en esencia un cuentista”, afirma.
“Siento que en la novela pierdo un poco el control y soy por otra parte un obsesivo del control”, agrega.

Lector de cómics en su infancia, el autor que despertó su vocación literaria fue Edgar Allan Poe, pese a lo cual se niega a ser considerado un “escritor americanizado”, un peligro que atraviesa la literatura contemporánea, “sobre todo por influencia de las películas”, dice.
Para Stamm, la novela y el cuento actuales no necesariamente deben hablar en inglés estadounidense y su carácter afable se altera un poco cuando se le menciona que los españoles suelen comparar su manera de narrar con la de Raymond Carver.
“No estoy de acuerdo. Para mí, los autores estadounidenses importantes son los que escribieron en los ’20 y en los ’30, desde Ernest Hemigway hasta Scott Fitzsgerald”, precisa.
“He vivido en los Estados Unidos mucho tiempo y creo que sus preocupaciones y sus temas son muy diferentes a los que tenemos los escritores europeos”, agrega.
A propósito de los finales felices y de la visión positiva que suele regalar en sus historias, Stamm cree que se debe sobre todo a sus dos hijos.
“No puedes tener niños y estar quejándote todo el tiempo por el lado oscuro de la vida. Veo muchos problemas en el mundo, pero también encuentro soluciones. Digamos que me considero un hombre optimista. Ni qué decir que para mí no tiene mucho sentido decir que la vida no tiene ningún sentido y seguir de todos modos viviendo”, concluye.





