Anoche, el jefe de la Casa Blanca, Donald Trump, celebró ante el Congreso que Estados Unidos "ha dejado de ser woke". En el discurso, sacó pecho de sus políticas contra la diversidad y la inclusión, la migración irregular y en materia de recortes durante los primeros meses de su segundo mandato.
–Con información de Radio Francia Internacional, Europa Press y La Opinión
Ciudad de México, 5 de marzo (SinEmbargo).– “Vamos a forjar la civilización más libre, más avanzada, más dinámica y más dominante que jamás haya existido sobre la faz de la Tierra”, dijo el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en un discurso donde Canadá y México se volvieron parte de una campaña política continuada; un discurso partidista ante un Congreso dividido, en el que prometió atacar más a los aliados y un resurgimiento económico para su país.
Fue un discurso supremacista que duró más de 90 minutos, donde todo lo que ha hecho en estos días se transformó en “lo más grande que ha pasado en la historia”. Él es el más grande en la historia, de hecho, según su discurso. Porque Trump se comparó con George Washington, el primer Presidente de los Estados Unidos (1789 y 1797) y héroe de la Guerra de Independencia y, por lo tanto, padre de la nación. El mandatario citó una lista de líderes exitosos a lo largo de la historia del país, en la que Washington queda relegado a un segundo lugar. “No sé quién la hizo, pero la aceptamos”, declaró. En esa lista, por supuesto, está en primer lugar.
Trump calificó a su predecesor Joe Biden como “el peor Presidente de la historia estadounidense” y lamentó que sus oponentes políticos no lo aplaudieran. El discurso se centró en gran medida en la reconstrucción de la capacidad económica de Estados Unidos, así como en la seguridad fronteriza, y el Presidente rindió homenaje a sus invitados que habían “perdido a seres queridos por delitos cometidos a manos de inmigrantes ilegales”.
Trump llamó “salvajes” a los pandilleros venezolanos y dedicó un periodo extenso de su discurso a las familias de las mujeres cuyas muertes se han atribuido a los migrantes. Llamó a México “el territorio inmediatamente al sur de nuestra frontera”, describiendo a ese país como una región “ahora dominada por completo por cárteles criminales que asesinan, violan, torturan y ejercen un control total”.
Esos cárteles, dijo, “están librando una guerra contra Estados Unidos y es hora de que Estados Unidos les libre una guerra, lo que estamos haciendo”. El señor Trump amenazó con devastar económicamente a sus aliados, y criticó nuevamente a Canadá y México por permitir el ingreso de fentanilo a Estados Unidos. Canadá también anunció aranceles de represalia sobre productos estadounidenses.
Y gran parte de su discurso de ayer fueron indirectas a China. Pero China no está cruzado de brazos. Pekín celebró ayer, en una cumbre política, los datos económicos que alcanzaron un crecimiento del cinco por ciento en 2024, con precios y empleo estables, y con auge en la capacidad innovadora y la mejora del entorno ecológico. Al tiempo, se prevé mantener el crecimiento del cinco por ciento para el 2025, destacando la inversión en inteligencia artificial y energía verde.
“Estamos preparados para defender la nación y superar a formidables adversarios”, sostuvo la élite gobernante china ayer, mientras Trump hablaba. También advirtió que si Washington “persiste en elevar una guerra arancelaria, una guerra comercial, o cualquier otro tipo de guerra, la parte china lo combatirá hasta el final”.
If war is what the U.S. wants, be it a tariff war, a trade war or any other type of war, we’re ready to fight till the end. https://t.co/crPhO02fFE
— Chinese Embassy in US (@ChineseEmbinUS) March 5, 2025
“China está muy descontenta con esto y se opone firmemente, y tomará contramedidas para salvaguardar con firmeza sus propios derechos e intereses”, afirmó un portavoz chino poco antes de que se anunciara una respuesta uno a uno a los aranceles de Trump.
“La intimidación no nos asusta”, expresó el vocero de la oficina de Exteriores de China, Li Jiang. “Presionar, coaccionar o amenazar no es la forma correcta de tratar con China. Cualquiera que utilice la máxima presión sobre China está eligiendo al tipo equivocado y calculando mal”.
La disputa contra China
“Por mucho que estemos en desacuerdo con las tácticas de mano dura de la administración Trump, debemos entender el razonamiento que las sustenta. Más allá de la retórica, vemos que las posiciones impactantes, inquietantes y a veces contradictorias que ha adoptado reflejan códigos profundamente arraigados en el ADN político de Estados Unidos: inmigración y seguridad, preocupaciones mercantilistas sobre los déficits comerciales y el desafío de China al dominio global de Estados Unidos”, escriben hoy Ann Fitz-Gerald, directora de la Escuela Balsillie de Asuntos Internacionales y profesora de Ciencias Políticas en la Universidad Wilfrid Laurier, y Dan Ciuriak es miembro sénior del Centro para la Innovación en Gobernanza en Canadá.
De acuerdo con su ensayo “Hay un método en la locura de Donald Trump”, el esfuerzo de Estados Unidos por contener a China es central, y no empezó con Donald Trump sino muchos años atrás. “El “pivote hacia Asia” de Barack Obama inició este cambio estratégico, pero en el tradicional modelo wilsoniano de posguerra, creando instituciones como el Acuerdo Transpacífico para asegurar que fuera Estados Unidos quien “escribiera las reglas” para el comercio en Asia y el Pacífico, no China. Y Estados Unidos utilizó reglas (quejas en el marco del mecanismo de solución de diferencias de la OMC) para obligar a China a cumplir sus deseos.”, dicen los autores.
La primera administración Trump transformó la rivalidad en una guerra comercial, “que ahora está escalando desde la política de la administración Biden de simplemente asegurar que Estados Unidos mantenga una ventaja tecnológica sobre China, a un intento más extremo de aislar a China por completo y negarle la capacidad de progresar en tecnologías críticas, utilizando todos los medios posibles”, dicen los autores.
“La estrategia ya se está poniendo en marcha. La reunión de Trump con el Primer Ministro indio, Narendra Modi, impulsó el corredor India-Oriente Medio-Europa, una ruta comercial que excluye a China. La Casa Blanca está adoptando una línea más dura en la protección de Taiwán”, dicen.

Eso inspira que Trump volteara a ver hacia América Latina. Trump está contraatacando la creciente influencia de China en la región. “Su enfoque en el Canal de Panamá busca reducir el control de Beijing sobre puertos marítimos clave. México está bajo una presión similar, y Trump ha amenazado con aranceles para frenar el paso de productos chinos a través de México”, dice el ensayo.
“Tal vez la maniobra geopolítica más audaz de Trump haya sido su acercamiento a los funcionarios rusos en Arabia Saudita. Estas negociaciones, criticadas por pasar por alto a Ucrania y a sus aliados europeos, sugieren un objetivo más amplio: romper la asociación entre China y Rusia”, plantean los autores del ensayo.





