Lejos del horror, Besson busca mostrar una historia de amor, la del ser que espera 400 años para reencontrarse con su amada.
Ciudad de México, 14 de agosto (SinEmbargo).- El vampiro más famoso sigue inspirando historias para la pantalla grande, ahora es el turno del director Luc Besson -conocido por El Quinto Elemento, El perfecto Asesino o Lucy- quien presenta a Caleb Landry Jones como Drácula.
¿Cuál es la historia?
En siglo XV, un príncipe enamorado debe dejar a su esposa para ir a la guerra, razón por la que pide -o demanda- a Dios que la cuide hasta que él regrese, sin embargo, la mujer muere y el príncipe lleno de irá y coraje, en un acto violento, renuncia a Dios, quien lo condena a la vida eterna como Drácula. Así comienza el camino del legendario vampiro que mantendrá la esperanza de reencontrarse con su amada.
El Drácula más enamorado
En esta cinta Besson muestra el lado humano del Drácula, antes de convertirse en ese ser condenado a vivir eternamente, el dolor que siente al perder a su amada, la tragedia de vivir sin ella. Caleb Landry Jones interpreta a un Drácula muy enamorado, uno que pondría al mundo de cabeza sólo por su amada, algo que se nota desde los primeros minutos de la película y nos da una buena actuación y algo diferente.
Queda muy claro que la idea de Luc Besson está lejos de mostrar al monstruo de la oscuridad que se alimenta de sangre, en cambio, lo que hace es romantizar al personaje, elevar -para bien o mal- que durante 400 años esperó encontrar a su amada.
La historia se inspira en la obra de Bram Stoker, con muchos cambios hechos por Besson, el más notorio es que se desarrolla en París y no en Londres, además de que se enfoca en la historia de amor, que hay gárgolas, Mina es muy indiferente a su prometido; recordemos que el texto de Stoker es sólo una inspiración.

Lo bueno y lo malo
La película tiene puntos positivos como lo son las actuaciones: Caleb Landry Jones sigue demostrando la capacidad que tiene para dar vida a personajes complejos, Christoph Waltz como el padre tiene los diálogos de más peso y que son clave, y Zoë Bleu tiene una gran química con Caleb.
Otro punto favorable es que la cinta cuenta con momentos que quedarán grabados en el público (como una escena con las monjas); además de una bella fotografía y vestuario que llama mucho la atención, se nota el cuidado a los detalles. La música es un elemento que influye en la atmosfera, y la de Drácula resulta esencial, el encargado de este aspecto fue el reconocido Danny Elfman, lo que es una garantía.
En los puntos que no son tan positivos están: la película empieza muy bien y mantiene la atención del público, no obstante, parece que de repente todo se resuelve muy rápido, Mina recuerda su amor sin mostrar un antecedente de esto, el asedio y las peleas... para el final Drácula toma una decisión que podría contraponerse a lo que nos mostró desde el inicio pero que se refugia en el amor - aunque resulte dificil de creer-.
La forma en la que se muestra Drácula podría sentirse como una parodia, además hay un elemento que recuerda mucho a la historia de Perfume: la historia de un asesino.
¿Qué estoy viendo?
Drácula de Luc Besson es una propuesta audaz, se nota el sello del director con cada minuto que pasa, pero deja la sensación de tener muchos elementos en pantalla que no coinciden; Drácula pasa a ser un elemento más que da voz a la historia de amor que es la protagonista.
Lo cierto es que es una cinta entretenida que dará de qué hablar al terminar la función, además, puede ser la puerta de entrada para nuevas generaciones de conocer a Drácula. Si quieres ver a un Drácula diferente, profundamente enamorado y en escenas de peleas (y con gárgolas), es para ti; eso sí, si te gustan los vampiros mantén la mente abierta y no esperes nada de horror porque no es el género y probablemente más de una vez mientras estés en la sala de cine te preguntes ¿Qué estoy viendo?




