El proyecto de una ciclovía en una colonia de Xochimilco desató una campaña de desinformación y miedo entre vecinos.
Ciudad de México, 27 de septiembre (SinEmbargo).- Todo comenzó con Uva. Los paseos de una perrita sin pedigree, rescatada por Carlos Lima Torres, detonaron un proyecto vecinal de una ciclovía y un andador peatonal. Sin embargo, este plan confrontó a la comunidad. Abrió debates sobre el uso del auto, los derechos de los transeúntes, el uso del espacio público, la seguridad, el miedo y hasta el racismo y el clasismo.
Desde hace más de 40 años, Carlos Lima vive en la colonia Bosque Residencial del Sur, en la Alcaldía Xochimilco, en la Ciudad de México, un vecindario de clase media, afincado en lo que antes eran terrenos ejidales. Los Juegos Olímpicos de 1968 dejaron la construcción de avenidas como el Anillo Periferico Sur, Viaducto Tlalpan y División del Norte, lo que expandió el crecimiento urbano a esa zona.
Luego, la reforma al Artículo 27 constitucional en 1992 de Carlos Salinas de Gortari terminó por convertir esas tierras rurales o ejidales en zonas residenciales. Una de ellas es Bosque Residencial, habitado por al menos unas mil casas. El lugar es considerado de clase media.
Varios arcos y el letrero gigante “Bosque Residencial del Sur” dan la bienvenida a sus habitantes por la Avenida San Lorenzo, cerca de la Avenida División del Norte. Un par de casetas de seguridad marcan las fronteras de esta colonia con el mundo exterior. Pero desde hace unos meses a la entrada se le ha agregado otro elemento: una manta que alerta “No a la ciclovía”.
La ciclovía y el camino peatonal es un proyecto que Carlos Limas ideó hace unos cinco o seis años, al darse cuenta que en la amplia calle Rincón del Río una de las dos calles principales de esta colonia, con una sola banqueta, es utilizada lo mismo por autos, bicicletas, niñas y niños que asisten a un kínder público, personas que sacan a pasear a sus perros y gente de la tercera edad que necesita hacer caminatas. Todos conviviendo sin espacios delimitados.
“Esta perrita tiene mucho que ver”, dice en entrevista Carlos Lima. “Antes de encontrarla no caminaba por acá”. Hasta que transitó esa calle como peatón, junto a Uva se dio cuenta del peligro diario de quienes caminan por ahí. “En la parte de abajo las mamás con sus hijos caminan, muchas van en bicicleta. Y muchas con dos hijos vienen a dejar a uno para repartir al otro (en otra escuela) del otro lado”.
Las mamás y el resto de personas que transitan a pie tienen que cuidarse de los autos. Y los conductores tienen que ir esquivando a los vecinos. Sin embargo, el automóvil ha ganado preferencia en las grandes ciudades y esta pequeña colonia de Xochimilco, en la Ciudad de México, lo muestra.
Desde la planeación urbana, muchas ciudades se han centrado en facilitar la circulación del auto con avenidas, segundos pisos y estacionamientos. Pocas veces se construye pensando en quienes van a pie, en transporte público o en bicicleta.

Niños en peligros
Las caminatas con Uva le hicieron pensar a Carlos Lima que necesitaban un espacio para los peatones. El jardín de niños le dio soporte a su idea y luego los paseos con su madre le confirmaron que debía haber un espacio no sólo para los coches.
“Comencé a salir a caminar con mi mamá, que tiene 84 años, ella necesita caminar”. Caminar con alguien cuya movilidad depende aún más de él le ayudó a comprender mejor la situación. “Me hizo sentir como las señoras que pasan con sus niños, yo con mi mamá” mientras los coches “pasaban muy rápido al lado de mí”. Todo era un caos, “yo iba caminando con mi mamá, había muchos niños andando en bicicleta, el coche se hace para allá, para acá, para no atropellar uno del otro lado”.
Primero concibió la idea de un camino, pero luego se dio cuenta que una ciclovía cabía perfectamente en la ancha calle. Un día, emocionado, le comentó a unos vecinos sobre su proyecto, pero la respuesta que recibió lo desilusionó. Ellos, junto con otras familias, tenían un plan de cerrar la colonia y pedir que cambiaran la entrada del kinder para que nadie más, que no viva dentro de esa colonia, pudiera entrar.
En la colonia, cercada por casetas privadas, rejas y muros, “quedó” dentro el jardín de niños público Dr. Emilio Behring. Para acceder al kínder hay que entrar a la colonia. A espaldas de esa escuela de la Secretaría de Educación Pública (SEP) está el Canal Nacional.
“La intención de la ciclovía es proteger a los niños que vienen con sus mamás” al kínder, dice Francia, una de las vecinas que está a favor del proyecto. “Muchas vienen en bicicleta, con el niñito atrás”. Sin embargo, hace un tiempo la idea de algunos vecinos era cerrar la colonia y “que los niños se fueran por por allá por el río, que es mucho más peligroso”.
Por el contrario, la idea de quienes apoyan la ciclovía “es protegerlos. Que no vayan por el arroyo vehicular y que lleguen con bien al kinder, porque finalmente las calles son públicas”, apunta la vecina.
No es de los niños de quienes los vecinos se tienen que proteger, agrega. “No son delincuentes y, al contrario, creo que hay que proteger a la niñez”. Además, este proyecto “es para las futuras generaciones porque en la colonia hay muchos adultos mayores y justamente también el proyecto es para ellos, para protegerlos”.
Paralela al Canal Nacional corre la calle Rincón del Río. De un lado se alinean casas con una banqueta angosta. Del otro, un muro de contención da paso a un terreno elevado cubierto de árboles, pasto y plantas, que funcionan como un respiro verde antes de llegar al canal. El paseo por esa calle se vuelve reconfortante… hasta que hay que esquivar un auto.

El miedo
Después de un tiempo, Carlos Lima se volvió a convencer de la necesidad de tener un espacio peatonal, uno para bicicletas y otro para los autos. Pero, ahora ¿cómo hacerlo? El presupuesto participativo le dio la solución.
Cada año, el Gobierno de la Ciudad de México pone a disposición un monto del presupuesto público para que la ciudadanía lo utilice de manera directa en proyectos comunitarios que proponga. Estos planes vecinales se ponen a votación y se financia el que más sufragios obtenga. El Instituto Electoral de la Ciudad de México (IECM) se encarga de organizar estas elecciones.
Carlos Lima inscribió su proyecto y luego, arrancó la campaña para informar y buscar el voto. Creyó que sería más sencillo, pero se topó con el rechazo de buena parte de sus vecinos y vecinas. Creían que la ciclovía empezaría desde las avenidas externas y, con ello, se eliminarían las casetas de vigilancia. Eso los aterró porque, entonces, “cualquiera” podría entrar a la colonia.
Las desigualdades sociales en las grandes urbes se ven reflejadas de muchas maneras. Una de ellas es el cierre de las calles o de las colonias ante el temor de que “el otro”, “el ajeno” el “extraño” o incluso “el pobre” quiera robarles. “Personalmente creo que el clasismo y el racismo es una estupidez, es algo muy estúpido. Pero se da”, dice Carlos Lima.
Aunque considera que el rechazo de los vecinos no se debió al clasismo, sino al miedo. “Creo que es gente que tiene algún miedo y, no lo justifico, pero creo que ese miedo hace que piense diferente o confunda algunas cosas”. Sin embargo, percibe que “hay personas que se sienten superiores a otras” y eso les impidió ver el “beneficio para ellas mismas” de este proyecto.
Pero además, algunos vecinos tienen la falsa creencia de que el proyecto les quitaría espacios para la circulación de vehículos, lo cual, es erróneo. Y es que, en ese corredor, el carril extremo derecho —que se destinaría a la ciclovía— hoy es utilizado principalmente como área de estacionamiento, a pesar de que está explícitamente prohibido. Los vecinos no deberían ocuparlo con sus automóviles, pero lo hacen a pesar de las señalizaciones.
Para Carlos Lima, una de las principales inconformidades radica en el retiro de los coches que permanecen de manera ilegal sobre los camellones de la avenida Rincón del Sur. Sin embargo, señala que precisamente la propuesta busca aprovechar ese espacio mal utilizado para habilitar un carril peatonal y otro ciclista, sin afectar los dos carriles destinados al tránsito vehicular.
“Muchas personas creen falsamente que se va a reducir algún carril, pero no estamos reduciendo absolutamente nada. Nada más estamos quitando los coches mal estacionados”.

Fernando Romales Méndez ha vivido por unos 40 años en la colonia, décadas en las que la ha visto crecer y transformarse a la colonia. Él votó a favor de la ciclovía porque, dice, salir a caminar con sus mascotas o andar en bicicleta resulta complicado por los vehículos estacionados junto al río y por la velocidad con la que entran los autos a la colonia.
“Es peligroso porque hay vehículos que entran y, al no haber topes y no haber una conciencia de ir despacio, va uno peligrando con la velocidad de los que van entrando a la colonia”, comenta.
Durante el proceso del proyecto participativo para poder tener la ciclovía, Fernando recuerda que hubo “mala información” sobre la propuesta. “Muchas personas creen que se van a quitar las casetas de vigilancia o que va a haber un acceso directo para por allá enfrente; o por atrás, hacia Tepepan, cosa que no es cierta. La ciclovía está únicamente dentro de la colonia y básicamente para los que vivimos en ella”, señala.
Romales reconoce que en la colonia existen divisiones y prejuicios. Hay vecinos que consideran riesgoso que pueda entrar cualquier persona a caminar o andar en bicicleta, “pero también es una vía pública”, dice.
“También hay mucha gente que está en contra de que gente externa venga hasta a pedir dulces en Halloween. Entonces, está muy dividida la colonia y sobre todo mal informada”.
No obstante, el vecino sostiene que la ciclovía, contrario a lo que piensan algunos de los vecinos que estuvieron en contra, también puede contribuir a esa seguridad. “Incluso una ciclovía sería hasta más segura porque no se irían por allá arriba, sino que se concentraría más en un lugar el flujo de las personas. Hay quienes caminan y corren allá arriba, cosa que yo creo que es hasta más peligroso, una caída o la oscuridad más tarde. Con una ciclovía y viendo un carril exclusivo para los que salimos a caminar y a andar en bicicleta sería seguro”.

Ganaron
La campaña dividió a los vecinos. Como en las grandes contiendas electorales, hubo desinformación, noticias falsas y rumores. También señalamientos que apelaban al miedo para frenar la aprobación del proyecto, así como recursos no declarados para imprimir cerca de 40 lonas contra la ciclovía.
El IECDMX le permitía un gasto de hasta 2 mil 700 pesos. Dinero que además debe salir del bolsillo de quien proponga el proyecto. Las lonas contra el proyecto “no tengo ni idea cuánto se habrán gastado, quién las habrá pagado”, señala Carlos Lima.
“Yo me imagino que sí fue bastante dinero lo que se gastaron, aparte de mantas fueron volantes y otros pósters. No sé cuánto se habrán gastado, me imagino que como 20 mil o 30 mil pesos. Pero a ellos la ley no les impedía nada, ellos están en su libre derecho y libertad de expresión y pueden poner lo que quieran”.
Finalmente el proyecto fue aprobado y pronto comenzará la construcción. Y eso le tendría que alegrar a Carlos Lima, sin embargo, tiene una mezcla de sentimientos.
“Híjole, pues desgraciadamente siento mucha tristeza, desde antes ya era mucha tristeza”. Primero, “porque muy pocas personas se interesan en el presupuesto participativo”, explica. Eso provoca desinformación y la desinformación causa que mucha gente crea que este proyecto fue impuesto.
También siente asombro por el movimiento que se creó. No se atreve a definir si dicho movimiento fue bueno o malo, pero sí cree que fue “algo extraordinario” en que tanta gente se haya movilizado para hablar y accionar, a favor o en contra de una iniciativa para su propia comunidad.
No obstante, sí hay algo que tiene claro: "El aprendizaje que quiero quedarme es que espero que mucha gente, a partir de esto, conozca el presupuesto participativo.





