Pete Hegseth, Secretario de Guerra de Estados Unidos, está bajo la lupa por la comisión de un crimen de guerra, ya que el ejército de su país asesinó a dos sobrevivientes de un ataque que perpetró el pasado 2 de septiembre en aguas del Caribe.
Ciudad de México, 7 de diciembre (SinEmbargo).– El Secretario de Defensa de Estados Unidos (EU), Pete Hegseth, defendió la decisión del ejército estadounidense de matar a dos sobrevivientes de un ataque letal en el Caribe en un ataque posterior al barco volcado, en sus primeras declaraciones públicas detalladas sobre la operación.
Eran dos civiles heridos, flotando en mar abierto ayudados por los restos de su barco hecho trizas. No presentaban riesgo alguno para nadie, ya. Fueron ejecutados con misiles, lo que constituye un crimen de guerra en los códigos internacionales, pero también para Estados Unidos. Si los investigadores del Congreso lo comprueban, Pete Hegseth tendría que ser juzgado.
El 2 de septiembre, un avión militar estadounidense impactó la embarcación con 11 personas que funcionarios del Pentágono habían identificado como “narcotraficantes” sin aportar una sola evidencia. El propio Hegseth dio la orden de atacar, según él mismo reconoció este sábado en el Foro Nacional de Defensa Reagan en Simi Valley.
The Wall Street Journal da detalles hoy. Dice que mientras el barco ardía, Hegseth salió de la habitación unos cinco minutos después del impacto, según su explicación. Un par de horas después, le informaron que el comandante, el almirante de la Armada Frank “Mitch” Bradley, había ordenado un segundo ataque porque había varios supervivientes que “podrían seguir en combate”. Hegseth añadió que le reportaron que los supervivientes podrían haber tenido acceso a la radio y haberse conectado con otra embarcación de narcotraficantes, y que las drogas seguían en la zona y que los supervivientes estaban “interactuando activamente” con ellos.
Hegseth dijo que estaba de acuerdo con la forma en que Bradley había llevado a cabo la operación. “Dije: ‘Roger, suena bien’”, comentó Hegseth. “Por lo que entendí entonces y lo que entiendo ahora, apoyo plenamente esa decisión. Yo mismo habría tomado la misma decisión”.
Pero Hegseth negó haber ordenado “mátenlos a todos”. The Washington Post informó este mes que Hegseth sí dio una orden verbal para matar a todos los pasajeros a bordo.

Negar los hechos, parece, no tiene sentido. Todo lo que está pasando en el Caribe no tiene sentido.
En otro texto que se publica en la revista The New Yorker, se detalla cómo el año pasado, en un tribunal federal de la ciudad de Nueva York, un jefe mafioso del cártel de la droga más notorio de Honduras testificó contra Juan Orlando Hernández, expresidente del país. “Debieron atraparnos”, dijo, refiriéndose al gobierno hondureño, que Hernández dirigió de 2014 a 2022. En cambio, agregó, “se aliaron con nosotros”.
El expresidente fue declarado responsable de la llegada de más de 400 toneladas de cocaína a Estados Unidos. El Departamento de Justicia había estado preparando el caso contra muchos de sus familiares y allegados durante años, especialmente durante el primer mandato de Donald Trump. Todo eso se fue al carajo con un indulto presidencial.
El 28 de noviembre, dos días antes de las elecciones nacionales en Honduras, el Presidente Trump anunció el indulto de Hernández, quien cumplía apenas un año de una condena de 45 años en una prisión federal de Virginia Occidental. “Fue una trampa de Biden”, declaró Trump. “Revisé los hechos”. Aunque la Casa Blanca lo negó, estos hechos aparentemente provenían del operador político Roger Stone, quien le había entregado al Presidente una carta de Hernández, en la que este último llamaba a Trump “Su Excelencia” y comparaba su situación con la “persecución” que sufrió de Biden el Presidente de Estados Unidos.
“El resentimiento compartido de ambos hacia Joe Biden resultó ser más importante que los antecedentes penales de Hernández”, escribe Jonathan Blitzer en la revista. “A Trump no pareció preocuparle que combatir el flujo de drogas hacia Estados Unidos sea la principal justificación de su administración para lanzar una serie de ataques a embarcaciones en el Caribe. Esos ataques, en los que el ejército estadounidense, sin pruebas, ha atacado a presuntos narcotraficantes y ha matado al menos a 87 personas hasta la fecha, parecen violar el derecho nacional e internacional”.
Hegseth Says Designating Venezuelan Cartel as Terrorist Org Will Bring 'New Options' to Administration: https://t.co/jO6N55mLUo pic.twitter.com/yqt4mlSWh7
— Department of War 🇺🇸 (@DeptofWar) November 21, 2025
El texto de Blitzer se llama “El caos de la administración Trump en el Caribe” y lleva por sumario: “La conducta de Pete Hegseth es un estudio de caso sobre cómo la creciente sensación de descuido y falta de responsabilidad por parte del gobierno está dando forma a una política desastrosa”.
“El mismo día que Trump anunció el indulto, el Washington Post publicó un artículo que indicaba que el Secretario de Defensa, Pete Hegseth, habría dado la orden verbal de matar a dos supervivientes de un ataque en septiembre en el Caribe. Matar a cualquiera que se haya rendido o esté incapacitado es un crimen de guerra. Hegseth, quien había presenciado la operación desde una ubicación remota, desvió inmediatamente la responsabilidad al almirante Frank M. Bradley. ‘No vi personalmente a ningún superviviente’, declaró Hegseth. ‘A esto se le conoce como la niebla de la guerra’”, dice Blitzer en The New Yorker.
Al comienzo de su segundo mandato, Trump declaró a una pandilla carcelaria venezolana llamada Tren de Aragua como una organización terrorista extranjera y afirmó falsamente que el gobierno de Maduro le estaba ordenando usar migrantes para invadir Estados Unidos. “Esto se convirtió en la base, en marzo, para invocar la Ley de Enemigos Extranjeros de 1798, una Ley utilizada previamente sólo en tres ocasiones en la historia de Estados Unidos, y sólo en tiempos de guerra. Según una fuente con estrechos vínculos con la administración, Venezuela se convirtió en un objetivo natural: Maduro era un paria internacional, y su capacidad para contraatacar parecía relativamente limitada”, detalla el autor.
“Trump ha ordenado el mayor refuerzo militar en la región desde la crisis de los misiles de Cuba. Sin embargo, preguntas clave siguen flagrantemente sin respuesta: ¿Qué pasará si Maduro se niega a dejar el cargo? En caso de que lo haga, ¿cómo evitará Estados Unidos un vacío de poder que provocaría mayor violencia e inestabilidad? El régimen venezolano podría sobrevivir a la ausencia de Maduro, con su segundo al mando, Diosdado Cabello, o cualquier otra figura de alto rango lista para sucederlo. La lógica de la administración Trump parece basarse en la idea de que la oposición venezolana, ahora liderada por la Premio Nobel de la Paz de este año, María Corina Machado, asumiría el gobierno de forma interina”, se pregunta.
🇺🇸 ON VIDEO: U.S. Military Forces conducted a strike against Tren de Aragua Narcoterrorists. The strike occurred while the terrorists were at sea in International waters transporting illegal narcotics, heading to the U.S. The strike resulted in 11 terrorists killed in action. pic.twitter.com/iszHE0ttxQ
— The White House (@WhiteHouse) September 2, 2025
Sin embargo, dice, “los expertos advierten que esto sería extremadamente complicado. Machado se enfrenta a la oposición de los militares, cuyo apoyo necesitaría para que ella o un aliado cercano asumieran el poder. Machado ha defendido a Trump, anticipando su ayuda para derrocar a Maduro, pero si el régimen logra atrincherarse, este respaldo dañaría su reputación y perjudicaría su causa”.
¿Pues a qué carajo juega Trump con las drogas y los soldados, que ni a los analistas de Estados Unidos les hace sentido?




