Lucio Cabañas Barrientos (1938-1974) fue una figura central en la guerrilla mexicana, inicialmente un maestro rural de Guerrero que se vio forzado a la lucha armada ante la injusticia social y la represión gubernamental. Influenciado por su linaje zapatista y las profundas desigualdades de su estado natal, Cabañas se organizó como líder estudiantil y magisterial, fundando posteriormente el Partido de los Pobres (PDLP) y su brazo armado, la Brigada Campesina de Ajusticiamiento (BCA), tras la Masacre de Atoyac en 1967. Su movimiento, de base campesina, buscó "derrocar a los ricos y formar un gobierno de campesinos y obreros," lo que provocó una brutal represión militar por parte del gobierno mexicano.
Ciudad de México, 13 de diciembre (SinEmbargo).– La vida de Lucio Cabañas estuvo marcada desde la infancia por la violencia y el conflicto. Su linaje incluía un antecedente directo de lucha agraria: su abuelo paterno, Pablo Cabañas Macedo, fue un general zapatista. La tragedia familiar se profundizó con el asesinato de su padre a manos de un comandante de policía, dejando a Lucio y a sus hermanos en la miseria y obligándolos a trabajar como peones. Estas experiencias tempranas, combinadas con una profunda preocupación por las disparidades económicas y una inclinación al humanismo forjada en sus estudios, cimentaron su vocación como luchador social.
A los 17 años, impulsado por el deseo de ser un "hombre de provecho", se inscribió en la Escuela Normal Rural "Raúl Isidro Burgos" de Ayotzinapa. En la Normal, a pesar de la ausencia de una ideología socialista dominante, su liderazgo natural lo hizo sobresalir, llegando a ser Secretario General de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM) entre 1961 y 1963. Al graduarse, regresó a su región como profesor rural, utilizando las aulas como plataforma para organizar la lucha agraria y magisterial. Su activismo se consolidó rápidamente, integrándose a la primera célula del Partido Comunista Mexicano (PCM) en Atoyac y unificando las demandas populares.
El punto de inflexión definitivo que transformó al maestro en guerrillero fue la trágica Masacre de Atoyac, ocurrida el 18 de mayo de 1967. Durante una protesta pacífica que él encabezaba, el jefe de la policía judicial reaccionó violentamente, desatando una balacera que resultó en la muerte de varios campesinos. Este acto de represión, impulsado por los caciques adinerados de la región, convenció a Cabañas de que la vía electoral estaba agotada. Fue entonces que, influenciado por las experiencias guerrilleras latinoamericanas y su compromiso con los desposeídos, decidió crear el Partido de los Pobres (PDLP) y su brazo armado, la Brigada Campesina de Ajusticiamiento (BCA), iniciando así una confrontación directa con el Estado mexicano que culminaría con su muerte en combate en diciembre de 1974.
Un joven llamado Lucio
"Lucio Cabañas no era guerrillero / Fue un maestro de muy noble corazón / que al ver en hambre al pueblo prisionero / hizo el llamado y se ofendió el patrón / el abogar por los pobres es pecado / Un cruel imperio romano en mi nación / Un cacicazgo de César impregnado / con un sistema de diabólica ambición / Son la ignorancia y el hambre dos puñales / con que asesinan al derecho y la razón / Así el gobierno sangró los ideales / del gran Cabañas que luchó por la nación / Lucio Cabañas creció después de muerto / Va renaciendo en cada corazón / Sus ideales germinan el cimiento / para los pobres de humilde condición", dice un corrido en voz de Pablo Cabañas, hermano del luchador social asesinado hace 51 años.
Lucio Cabañas Barrientos nació el 12 de diciembre de 1938 en la comunidad El Porvenir de Atoyac, Guerrero, en un ambiente marcado por la violencia social y la lucha agraria, como expone el investigador Francisco Ávila Coronel, en su tesis doctoral Historia social de la guerrilla del Partido de los Pobres. Su linaje paterno se remonta a Pablo Cabañas Macedo, quien fue un general zapatista que luchó hasta 1916, y cuya figura fue determinante para el joven Lucio.
La vida de Lucio estuvo marcada por el conflicto familiar desde temprana edad. Su madre, Rafaela Gervacio Barrientos, fue raptada por su padre, Cesáreo Cabañas Iturio (hijo de Pablo Cabañas Macedo), en noviembre de 1934. Después de un pleito en 1945, Cesáreo acusó a Rafaela de adulterio, la golpeó y le arrebató a sus tres hijos: Facunda, Lucio y Pablo, narra Francisco Avila Coronel.
“Mi padre empezó primeramente sufriendo mucho y siendo un niño que sufrió bastante, que le tocó de todo, hambre, frío, muchas carencias, amor por parte de sus papás, porque sus papás se separaron, su papá murió. Y él tuvo que ir a estar de encargado, se puede decir, con sus familiares, pero no es lo mismo tener tu mamá y tu papá. Le tocó mucho de eso y quizás eso lo ennobleció mucho más e hizo que él fuera muy consecuente y también que se pusiera en los zapatos de los demás para cuando le contaban sus cosas, sus problemáticas. Él fue un gran consejero”, dijo Micaela Cabañas, hija de Lucio Cabañas, en entrevista con SinEmbargo.
Tras la separación, Lucio fue criado por su abuela paterna, Aldegunda, y su tía Marciana. La infancia de Lucio se vio truncada en marzo de 1950, cuando su padre, Cesáreo Cabañas, fue asesinado a balazos por un comandante de policía en venganza por un altercado personal. Este suceso dejó a Lucio y sus hermanos en la miseria, obligándolos a trabajar como peones, ya que su tía vendió la huerta que les había dejado Cesáreo.

Pablo, el hermano menor de Lucio, relató hace un par de años al programa La noche que no acaba de Radio Educación cómo tuvieron una crianza bastante difícil, pero, sostuvo “cada quien sabe lo que lleva en el costal y empezamos a estudiar”; recuerda que desde niño Lucio siempre se preocupa por los demás. “Platicábamos allá en la milpa, cuando andamos chaponando, cortando el zacate, limpiando las palmas, limpiando las huertas de café y platicábamos algunas cosas que decía él que por qué había gente que tenía más dinero que otros, que quién sabe qué era lo que estaba pasando, porque no entendíamos por qué unos tenían más y otros teníamos menos”.
En ese sentido, Pablo Cabañas, narró que Lucio siempre fue persona que se preocupó los demás: “Él ya venía así, ya era así. Y digo, no lo entendieron los gobiernos, por eso hicieron su su terrorismo de estado, por eso han matado tanta gente, por eso en la M a todos, empezando por toda la familia de Lucio, por el parentesco de Lucio, de la propia familia de los parentescos”. “Eso fue lo que recibimos por la incomprensión de los gobiernos al cariño del pueblo a Lucio”, dijo.
A los 17 años, en octubre de 1954, Lucio Cabañas se escapó de la casa de su tía para ir a Tixtla, Guerrero, con la aspiración de inscribirse en la Escuela Normal Rural "Raúl Isidro Burgos" de Ayotzinapa. Buscaba ser un "hombre de provecho", de acuerdo con los diferentes testimonios que obtuvo el investigador Ávila Coronel.
Durante sus estudios primarios, Cabañas hizo amistad con un seminarista que lo introdujo a las enseñanzas de la Biblia, lo cual influyó en él con ideas de humanismo y amor al prójimo. Aunque la Normal de Ayotzinapa no tenía una ideología socialista predominante, Lucio, influenciado por su abuelo zapatista y por figuras históricas como Pancho Villa y Emiliano Zapata, comenzó a sobresalir como líder estudiantil. Entre 1961 y 1963, fue elegido Secretario General de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM), lo que le permitió establecer contactos a nivel nacional.
En 1963, regresó a su región como profesor rural en la escuela "Plan de Ayala" en Mexcaltepec, Atoyac, con la intención de organizar la lucha agraria. Su trabajo político se consolidó en la ciudad de Atoyac a principios de 1964, integrándose a la primera célula del Partido Comunista Mexicano (PCM). Su liderazgo unificó demandas estudiantiles, magisteriales y agrarias.
“Lucio es un maestro que lo que busca es y con lo que sueña es con la democracia, con democratizar todos estos espacios que van desde el ámbito municipal hasta el ámbito educativo y el ámbito agrario y justamente estos tres elementos son los ámbitos en donde Lucio Cabañas se desarrolla. Primero como dirigente en Ayotzinapa, después como dirigente magisterial cuando ya llega como maestro a Atoyac”, dijo Ávila Coronel en entrevista con sin embargo.
Un evento que marcó su destino fue el asesinato de su padrastro, Juan Serafín, quien fue ejecutado por la Policía Montada en noviembre de 1957. Este crimen, sumado al asesinato de su padre biológico por un policía a sueldo, se convirtió en el agravio personal que lo impulsó a convertirse en un luchador social.
Lucio, el maestro
Para 1960 el liderazgo de Lucio ya era nacional. El joven que gustaba sintonizar las transmisiones radiales emitidas por la Cuba revolucionaria, había sido electo como directivo de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM), narra Laura Castellanos en su libro México Armado. Al mismo tiempo que se inicia como maestro rural, Cabañas tiene un activismo contra los talabosques y funda la central campesina independiente regional donde participa con Genaro Vázquez Rojas en el Movimiento Revolucionario del Magisterio encabezado por Othón Salazar y en la Asociación Cívica Guerrerense que en 1961 provocó la caída de Raúl Caballero Aburto como gobernador de Guerrero tras una matanza en Chilpancingo, relatan “Los Periodistas” Álvaro Delgado y Alejandro Páez.
No obstante, fue la Masacre de Atoyac, ocurrida el 18 de mayo de 1967 en la plaza cívica de Atoyac un evento definitorio que impulsó la lucha armada del Partido de los Pobres (PDLP). La matanza tuvo lugar en un contexto de polarización social en el que el movimiento popular era identificado como el "partido de los pobres" y el PRI como el "partido de los ricos". La cosmovisión de los campesinos asociaba la humildad con la bondad y la opulencia con la maldad.

“Él no nada más defendía los derechos de los más vulnerables, también defendía la tierra, el agua, la naturaleza y por eso, como le decía, va a ser recordado siempre porque él pues un gran luchador y también un gran defensor de los derechos humanos. En aquel entonces, cuando no existía ninguna institución aquí en México que se preocupara por los derechos humanos, él y otros muchos ya lo eran, ya defendían”, expresó Micaela.
Pese a ello, refiere la periodista Laura Castellanos, “Lucio, por lo menos abiertamente, no quería tomar las armas. Como militante del PCM rechazaba que en México hubiera las condiciones para una actividad guerrillera. Por eso, al igual que Genaro, (Váquez) había participado en varios momentos y espacios políticos más combativos de la época, como el movimiento magisterial.
“Este hombre generoso, formal, ocurrente, enérgico con los cercanos, siempre buscaba conciliar sus propuestas”, añade y recuerda cómo había egresado de su formación como maestro de educación primaria. La escuela en la que impartió clases estaba en Mezcaltepec, Atoyac. Allí libró una batalla exitosa contra el aserradero que explotaba la madera de la zona costeña. Luego fue trasladado a la escuela Modesto G. Alarcón en la cabecera municipal.
“En Lucio hay una persistente decisión de mantenerse por la vía democrática, por la vía pacífica. Lucio no era un hombre de armas, ni era un hombre violento, ni era una persona que soñara con tomar las armas y enfrentarse con el gobierno”, dijo por su parte el investigador Ávila Coronel.
En 1966 un allegado de la guerrilla chihuahuense de Arturo Gámiz lo buscó. Bajo el nombre de Movimiento 23 de Septiembre pretendían establecer una zona de operaciones en Atoyac. Él negó a involucrarse, como relató un integrante de la entonces incipiente organización a la periodista Laura Castellanos:
“Parecía una gente lúcida, conocedora de la política nacional, de la lucha de los campesinos, de los maestros, de los estudiantes, mesurado, prudente, buscando resolver los problemas y no buscar la confrontación. Prueba de ello es que cuando nosotros hablamos con él en varias ocasiones en la Ciudad de México y en Guerrero, él no caía en nuestra propuesta”.

Todo cambió el 18 de mayo de 1967 . En esa fecha, un grupo de aproximadamente cien personas se congregó para protestar con demandas estudiantiles, magisteriales y agrarias,. El profesor Lucio Cabañas Barrientos, el líder más visible, anunció el aplazamiento de un mitin y denunció la presencia policial, incluso mofándose de la Policía Motorizada.
El jefe de la policía judicial, Enrique Castro Arellano, reaccionó intentando asesinar al profesor Lucio Cabañas Barrientos y abrirse paso con disparos. Las madres de familia protegieron a Cabañas con sus rebozos. La agresión escaló a una balacera que resultó en la muerte de varios campesinos, incluidos Regino Rosales, Crescenciano Castro, Prisciliano Téllez, Arcadio Martínez, e Isabel Gómez, una mujer embarazada, relata Ávila Coronel.
“Él sí conectaba su mente con su corazón al luchar por los demás, estuvo dispuesto a dejar a su familia, a dejar todo lo que él amaba para luchar por los demás, por el pueblo. Por eso va a ser siempre recordado”, enfatizó la hija de Lucio Cabañas.
La matanza causó una profunda indignación colectiva. Los líderes del movimiento acusaron públicamente a los caciques más adinerados de Atoyac de ser los autores intelectuales de la masacre, alegando que habían pagado a la policía para llevar a cabo la represión y el asesinato de Cabañas.
Fue entonces que Lucio decidió tomar las armas. “Cuando estudió para maestro y durante su estancia en la escuela de cuadros del PCM había conocido las experiencias guerrilleras que desde fines de los cincuenta prosperaban en América Latina. Éstas, más que la posición del gobierno, provocaban levantamientos e insurrecciones con una amplia base de apoyo popular. Él decidió crear una guerrilla que posteriormente se convirtiera en un ejército del pueblo capaz, a su vez, de integrar un partido político”, señala Laura Castellanos.
De esta manera se dio a la tarea de recorrer ejido por ejido y comunidad por comunidad; proponía la necesidad de sumarse a la lucha política, pero también de crear comités armados de autodefensa. En esta primera fase su tarea fue de politización para crear lo que llamaría el Partido de los Pobres (PDLP) y la creación de su brazo armado, la Brigada Campesina de Ajusticiamiento (BCA).
La matanza de Atoyac fue en ese sentido un punto de inflexión que provocó la intensificación de la campaña militar para aniquilar las organizaciones subversivas, forzando a Genaro Vázquez y Lucio Cabañas a operar en la clandestinidad. La represión del Estado en Atoyac-Chilpancingo fue tan intensa que el PDLP (Partido de los Pobres) planeó operaciones en esa región debido a la situación. Atoyac llegó a ser considerado el primer punto de control en el conflicto y el gobierno ha sido señalado por su responsabilidad en la masacre.
“Había la complejidad de este personaje. Frente a esa decisión de pacificar a las comunidades, también hay un contexto violento que de alguna manera en términos históricos se ve como una serie de determinantes que no le dan otra posibilidad, que no le dan otra opción más que la autodefensa, y esto tiene que ver precisamente con el proceso de la lucha de las escuelas primarias en este proceso de democratizarlas, de combatir cosas tan elementales como que no se cobren cuotas y que esto no sirva como un mecanismo de exclusión para los hijos de los campesinos más humildes, que no lleven uniformes, que puedan ir con huaraches, que no se les imponga, que las cooperativas les vendan alimentos caros y que sean negocio de la directora; cosas básicas”, dijo Ávila Coronel.
“Lucio desde entonces, esta es la complejidad de este personaje, un maestro que no quería violentarse, pero que al mismo tiempo tiene una herencia, tiene un mandato de sus ancestros, tiene un ejemplo y también tiene esa vertiente de la violencia social que él empieza a encarnar como líder”, agregó el investigador.
Lucio, el guerrillero
Lucio Cabañas Barrientos es reconocido como una de las dos figuras "más conocidas de la guerrilla mexicana" junto a Genaro Vázquez Rojas (p. 347). El movimiento que Cabañas encabezó "avanzó bajo las órdenes del insurgente Vicente Guerrero y que veinte años encabezó la defensa de mulatos, negros y de los pueblos indios en la zona durante muchos años", expone Laura Castellanos.
José Natividad Rosales expone en su libro ¿Quién es Lucio Cabañas? cómo su lucha armada tenía como objetivo "derrocar a los ricos y formar un gobierno de campesinos y obreros". Con este fin, fundó el Partido de los Pobres (PDLP), que era su "brazo político militar", y la Brigada Campesina de Ajusticiamiento (BCA). Dentro de esta estructura, Cabañas aglutinó a guerrilleros y simpatizantes.
Armando Bartra expone en su obra Guerrero Bronco: Campesinos, ciudadanos y guerrilleros en la Costa Grande, que la emergencia de Cabañas no fue una invención voluntarista, sino un "reflejo social de profundas raíces históricas" que demostró que "el camino electoral no resuelve sus problemas.

“Este es, digamos, el Lucio que entra a las comunidades ya como guerrillero, para buscar apoyo en las comunidades, pero que logra ese apoyo siendo un pacificador. Es decir, en las comunidades había conflictos internos y lo que Lucio llega es a intermediar como si fuera la guerrilla una especie de gobierno y la gente llegaba con Lucio a pedirle que resolviera conflictos, que si fulano se está peleando con Mengano por una tierra, tal familia tiene rencillas con la otra”, relató Ávila Coronel.
“En Lucio hay ese doble elemento, es un guerrillero, pero al mismo tiempo él sueña con una pacificación, con una democracia, con un no autoritarismo”, agregó.
Laura Castellanos refiere a su vez que el "carácter enérgico y solidario de Don Luciano lo hace ganarse el respeto de los presos políticos y aglutinar a una decena de mujeres" para fundar la Asociación de Padres de Familia de los Presos Políticos.
Este movimiento, indica Bartra, fue una "mixtura de tradición y modernidad", incorporando ideas guevaristas de foco guerrillero con la rica tradición insurreccional local. Cabañas mismo relató cómo tuvo que educar a la base social, pues al principio, la gente creía que "solamente con un levantamiento armado como el que hizo Vidales, y ayudados por algún general, se podía hacer la guerra". Tras años de organización, la Brigada se convirtió en la mayor guerrilla de base campesina en México desde los años veinte, y llegó a tener un pequeño ejército de cien hombres apoyado por brigadas de apoyo.
En noviembre de 1973, Lucio Cabañas conoce a una joven en el poblado de Senas Rosa: Isabel Anaya Nava, quien tenía 20 años menos que él. “Era ‘alta, de tez blanca, ojos verdes, y finas facciones’. Ella le correspondió de inmediato. El líder subversivo sometió a votación de la asamblea el ingreso de Isabel al PDLP, fue aceptada y el nombre de guerra que se le dio fue el de Carmelita”, escribe Laura Castellanos en México Armado.
La guerrilla golpeó al viejo cacicazgo costeño, en particular a los barones del café. La historia de Carmelo García, un cafetalero que tuvo que condonar deudas y vender propiedades para liberar a su hijo secuestrado por la guerrilla, ilustra cómo "los pobres imponen su ley en la región" por un tiempo,.
La respuesta del gobierno fue doble. Por un lado, una represión brutal: Bartra señala que el Ejército desplegó "más de 24 mil[soldados]" en Guerrero hacia 1971, lo que se tradujo en la ocupación militar de la Costa Grande. Esta ocupación implicó prácticas de "tierra arrasada", tortura, y el fenómeno de los "secuestros no aclarados", donde los desaparecidos eran supuestamente arrojados al mar desde helicópteros.
Paralelamente, el gobierno del presidente Luis Echeverría intentó "enfriarle el agua" a la guerrilla mediante el desarrollo y el asistencialismo, implementando el Plan de Desarrollo Integral del Estado de Guerrero en 1972, escribe Bartra. Se inyectaron recursos para caminos, hospitales y, crucialmente, para la intervención del Estado en la agricultura a través de instituciones como Banrural e Inmecafé.
Lucio Cabañas percibió esta estrategia como un intento de cooptación, ironizando,: "Dicen: Echeverría ya se volvió bueno... pues ya nos dieron carreteritas, tiendas Conasupo e Instituto del Café, y crédito y otras cosas... Bueno, pues ya que deje de luchar Lucio", se reseña el libro Guerrero bronco.
Una decisión audaz de Lucio Cabañas marcaría el principio del fin de la guerrilla por él encabezada: el secuestro del Senador Rubén Figueroa Figueroa, quien era candidato del PRI a Gobernador de Guerrero, el 30 de mayo de 1974. En respuesta al plagio, el Ejército mexicano desplegó una campaña militar en todo el estado para rescatar al político que finalmente es liberado 4 meses después el 8 de septiembre tras un enfrentamiento que dejó 23 guerrilleros muertos y un soldado hecho en la búsqueda del líder rebelde habría más enfrentamientos
El secuestro provocó una respuesta militar masiva y sin precedentes. El Ejército implementó estrategias de terrorismo de Estado, con miles de soldados, helicópteros y bombardeos, aislando y desplazando comunidades enteras para cortar el apoyo logístico de la guerrilla.

En noviembre de 1974, la inteligencia militar capturó a la madre de Lucio, Rafaela Gervacio, a su pareja Isabel Ayala, y a la hija recién nacida de Lucio, Micaela Cabañas, quienes fueron torturadas y desaparecidas en el Campo Militar Número 1.
“Mi mamá salió siendo un adolescente del campo militar. Todavía tenía 17 años cuando salió de ahí y todo eso lo tuvo que pasar, tuvo que pasar muchas cosas horribles y ahora entiendo que ella no quería hablar porque precisamente le causaba mucho dolor y por eso callarse durante tantos años fue la medida de recuperación, yo creo, para ella”, dijo Micaela sobre esta etapa.
Lucio Cabañas murió en combate el 2 diciembre de 1974, acorralado por los militares en la sierra de Técpan de Galeana, marcando la desarticulación del movimiento armado. Su muerte fue percibida por él mismo como el cumplimiento de su compromiso de morir luchando por la justicia.
“La marca, la huella que dejó el maestro Lucio, la lucha desinteresada por ayudar, por arropar, por aconsejar a los que menos tienen”, reiteró Micaela. “Y pues Lucio es y seguirá siendo el gran icono de lucha, el gran ejemplo de maestros, de gente que desea el bienestar para los demás y de gente progresista y consciente de todo lo que hay que hacer todavía por nuestro estado y por nuestro país”, agregó.
“Lucio era una persona que soñaba con una sociedad igualitaria y, por lo tanto, Lucio jamás aceptó que le dijeran comandante. Para Lucio era ofensivo que le dijeran comandante, ¿no.?. Y él decía: "No, aquí todos somos zancas’, se decían hermanos (…) Y que esto tiene que ver con esa personalidad de un Lucio compasivo, que es un Lucio humano, que es un Lucio que no quiere el poder”, agregó por su parte Ávila Coronel.





