La promesa de certidumbre económica que debía sellar el TMEC se mantiene en vilo. A pesar de que México y Canadá se han consolidado como los principales socios comerciales de Estados Unidos, un exhaustivo reportaje de The New Yorker subraya que la amenaza arancelaria de Donald Trump es una espada de Damocles que pende sobre el acuerdo.
Ciudad de México, 12 de diciembre (SinEmbargo).– El 25 de agosto de 2018, Jared Kushner invitó al Canciller mexicano, Luis Videgaray, a su casa en el exclusivo barrio de Kalorama, en Washington, D.C. El yerno de Donald Trump expuso en sus memorias Breaking History cómo el encuentro se dio en la antesala de la negociación de un nuevo acuerdo comercial entre ambos países y Canadá. De hecho, recuerda The New Yorker, los negociadores tenían previsto reunirse a la mañana siguiente, y ambas partes contaban con poco tiempo: “los estadounidenses ansiaban enviar el acuerdo al Congreso antes de las elecciones intermedias, y los mexicanos necesitaban llegar a un acuerdo antes de que un nuevo presidente asumiera el cargo”.
Fue entonces cuando Kushner presentó una propuesta que había aprobado con el zar comercial de Trump, Robert Lighthizer: mantener el nuevo acuerdo con una vigencia de 16 años, pero con una renegociación a los seis años en la cual los países firmantes se reunirían para una revisión. "Si las partes acordaban una prórroga", sugirió Kushner, "la vigencia del acuerdo se reajustaría por otros 16 años".
Aunque al principio, recuerda The New Yorker, los funcionarios mexicanos y canadienses la consideraron una locura, pues ninguna empresa expondría sus inversiones a un acuerdo que podría terminar tan rápidamente, Lighthizer encontró un aliado en Jared Kushner quien “había llegado a ver las negociaciones comerciales como un juego de faroles mutuos; la clave del éxito, en su opinión, era lograr que las contrapartes ‘creyeran que se iba a tirar por un precipicio’”.
Kushner le planteó a Videgaray que, si en la renegociación las partes no estaban de acuerdo, "comenzaría a correr el plazo de diez años para su terminación". Videgaray se marchó después de la medianoche, tras haber acordado consultar con el Presidente Enrique Peña Nieto.
Al final, Trump triunfó y los negociadores acordaron incluir un mecanismo de revisión, poniendo fin a más de un año de agotadoras negociaciones. “Poco después, Trump, de pie en el Jardín de las Rosas, elogió el T-MEC como ‘el acuerdo comercial más moderno, actualizado y equilibrado en la historia de nuestro país’”, recuerda The New Yorker.
En los años transcurridos desde la firma del T-MEC, México y Canadá se han convertido en los principales socios comerciales de Estados Unidos. Millones de empleos dependen de esta alianza económica, cuyo comercio supera los 1.8 billones de dólares. Los funcionarios ya se desplazan entre sus diversas capitales para conversar sobre los posibles beneficios para ambas partes.
Pero aún así, en los hechos este acuerdo ha sido una garantía de nada.
The New Yorker expone cómo Trump parece decidido a ir en contra de los fundamentos de este acuerdo que son los aranceles cero entre los tres países, los cuales se mantuvieron como estaban bajo el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, el TLCAN.
"El mandato es realmente diferente hoy", dijo un exalto funcionario estadounidense que participó en las negociaciones de 2018 a la periodista Stephania Taladrid de The New Yorker. "Trump va a querer que Canadá y México paguen algo para acceder a este mercado. Somos el mayor mercado consumidor del mundo. La dependencia que ambos países tienen de nosotros es enorme".
Y en efecto, Trump parece no entender las consecuencias de chantajear a sus socios y mucho menos que contravenga los principios de lo que se diseñó como un acuerdo de libre comercio. "Realmente no creo que a Trump le importe mucho el acuerdo", añadió el funcionario. "Quiere que Estados Unidos sea un agente libre".
La revista neoyorquina recordó que Trump pasó la primera mitad de 2025 agitando la economía de México con demandas dispersas. En marzo, por ejemplo, impuso un arancel del 25 por ciento a casi todas las importaciones mexicanas, luego, dos días después, creó una excepción para los bienes cubiertos por el T-MEC.
“Para julio, Trump hablaba de aumentar la tasa arancelaria al treinta por ciento. Finalmente pospuso, bajo la condición de que México abordara una lista de más de cincuenta demandas, que iban desde el acceso a los recursos de litio hasta visas aceleradas para representantes estadounidenses. Esta semana, Trump lanzó una nueva amenaza: México necesitaba transferir unos sesenta y cinco mil millones de galones de agua a los EU, bajo un tratado de larga data sobre el agua; no hacerlo para fin de año activaría un arancel adicional del 5 por ciento”, expone The New Yorker.
La revista señala que sólo hay una persona que ha tenido cierto éxito en la gestión de Trump: la Presidenta Claudia Sheinbaum. “Cuando Trump aplicó presión económica sobre México a principios de este año, Sheinbaum desvió sus amenazas con concesiones en seguridad”.
“México ha mostrado recientemente su disposición a apaciguar a Trump. Tras su reelección, México impuso un arancel del 35 por ciento a las importaciones de ropa china y tomó medidas enérgicas contra los minoristas que violaban las normas comerciales que beneficiaban a Estados Unidos. También implementó un programa diseñado para sustituir las importaciones chinas por productos nacionales”, expone la revista estadounidense.
No obstante, señala que aún cuando Canadá y México alineen sus políticas comerciales con las de Estados Unidos, “no hay garantía de que Trump no intente obtener más concesiones de ellos en el futuro, ya sea en materia comercial o en casi cualquier otro tema”.
"Es difícil para cualquiera planificar con base en la estructura arancelaria actual", dijo el exalto funcionario. "Lo único que el Presidente nunca podrá darles es certidumbre".
La semana pasada, Trump sugirió que abandonaría el T-MEC: "O lo dejaremos expirar o, bueno, tal vez lleguemos a un acuerdo con México y Canadá". Algunos observadores descartan las bravuconadas de Trump como meras maniobras.
"A la Casa Blanca le gustan los escenarios tensos y pesimistas, porque así puede vender cualquier resultado como una victoria", dijo un funcionario mexicano a The New Yorker. Otros predicen que Trump seguirá amenazando con retirarse del tratado, pero que al final lo encontrará demasiado difícil políticamente.
"La gente ahora se está dando cuenta de que, mientras Trump esté en la Casa Blanca, la incertidumbre no tiene un fin definitivo. Tendrá un poder considerable para imponer aranceles. Y el mero hecho de que tengamos un acuerdo comercial integral con su firma no lo detendrá", expuso en ese sentido Tim Sargent, exviceministro de Comercio canadiense que participó en las negociaciones del TMEC.




