MMH y el fraude del 88: Peor hubiera sido perder

Salvador Camarena

03/04/2012 - 12:02 am

Cada vez que en nuestro país se muere algún personaje de cierta importancia pienso lo mismo: que qué bueno sería leer perfiles sobre esa persona escritos por los periodistas más experimentados de nuestro medio, y que hay libros de periodistas que deberían ser citados con más frecuencia.

A diferencia de lo que ocurre en otras disciplinas –o de lo que pasa en otras naciones, si nos restringimos al tema del periodismo–, en nuestro medio retiramos de la calle a muchos de los profesionales más curtidos. Ello provoca que a veces las mejores historias las firmen reporteros con poca experiencia.

Y sobre el segundo punto: a pesar de que es una cultura precaria, pues tiene todo en contra, sí se publican en nuestro país libros de investigaciones periodísticas de notable calidad, ejemplares que merecen una mayor difusión. Por ello, y tras el fallecimiento el domingo pasado de Miguel de la Madrid Hurtado he regresado a revisar al volumen 1988. El año que calló el sistema, de Martha Anaya. En ese volumen, editado por Debolsillo en 2009, hay una amplia e interesante entrevista con quien fuera Presidente entre 1982 y 1988.

Los personajes y las situaciones sobre los que el ex mandatario vierte en esa conversación son interesantes juicios que no podrían ser más cercanos: habla de lo poco priísta que consideraba a Zedillo, de su aversión hacia López Obrador y Cuauhtémoc Cárdenas, del PAN, y de Bartlett y las elecciones presidenciales marcadas por la “caída del sistema”.

En la introducción a la entrevista, la periodista informa que la charla se llevó a cabo 20 años después de 1988, y que el colimense le confiesa que “prefiere pasar a la historia como un Presidente fraudulento a haber perdido la elección de su sucesor”. La reportera, hoy en el diario 24 Horas, subraya además que De la Madrid comentó que dio la orden al Ejército de disparar al pueblo “si los seguidores de Cuauhtémoc Cárdenas intentaban tomar Palacio Nacional”.
A continuación, una selección personal de las respuestas de De la Madrid al cuestionario que le hiciera Martha Anaya.

 

– ¿Si tuviera que evocar alguna escena de ese año (1988), cuál elegiría?

– La noche de las elecciones.

– ¿Algo concreto?

– No esperábamos que Cuauhtémoc obtuviera tantos votos.

– ¿Reitera a la fecha que usted ordenó no dar a conocer los resultados la noche del 6 de julio?

– Sí, cuando yo supe que la votación venía muy contraria al PRI, pero que representaba sólo a ciertos estados de la república, muy principalmente el Distrito Federal, Michoacán, Morelos, y que faltaba por conocer los resultados del resto de la república, yo autoricé que no se dieran a conocer esos resultados parciales, sino que esperáramos a conocer resultados más amplios.

– Cuando se entera de que los candidatos van a ir a Gobernación a protestar y exigir limpieza en la elección, ¿qué pensó?

– Pues que estábamos en dificultades.

– ¿Tuvo conciencia de lo que significaba ese momento?

– No.

– ¿Era algo cotidiano?

– No, cotidiano no porque habíamos perdido.

– Usted escribe en sus memorias: “nada de lo que hagamos nos quitará el sambenito del fraude”. Ciertamente, ese sambenito a la fecha no se quita. ¿Qué significa eso para usted?, a fin de cuentas usted era el presidente…

– Pues es penoso. Pero hubiera sido peor perder.

– Que fue el caso de Zedillo.

– A él no le dio pena, él quería perder. Vea las declaraciones que el mismo Zedillo hizo, que se alejaría del partido y en los hechos, cuando él tenía acuerdo con los gobernadores les advertía severamente que no fueran a ayudar al PRI.

– ¿Tenía un acuerdo con el PAN?

– Si bien no había un acuerdo, era la voluntad íntima de Zedillo. Zedillo nunca se sintió priísta. Antes de ser candidato del PRI yo sabía que en conversaciones privadas hacía fuertes críticas del partido.

– Me llama la atención que Salinas le abriera la puerta al PAN, pero al mismo tiempo intentara destruir o reducir al mínimo al PRD. ¿Por qué la legitimación sólo hacia la derecha?

— Por el pique tan duro que tuvo con Cuauhtémoc, había un resentimiento grande.

– ¿Y usted cómo veía eso, le parecía bueno para el país?

– Mire, a mí me parece que el PRD está mal, que no hay que dejarlo llegar, y lo sigo pensando. Vea usted la lata que da López Obrador.

– Pero en la historia de este país las causas de izquierda tienen su validez, ¿no?

– Emotivas.

– ¿Y la gente como Zapata?

– No, la gente no las deja llegar tampoco.

– ¿Consideró mejor alternativa que el país se enfilara hacia la derecha?

– Sí, era más estable.

– ¿Y había que destruir a Cuauhtémoc y a sus seguidores?

– Sí, porque no representaban un beneficio para el país. Yo estoy convencido de que hice bien en no dejarlos pasar.

– En su libro Cambio de rumbo usted cuenta que se reunió con su grupo de seguridad ante lo que ocurrió el 6 de julio. ¿Cómo fue esa reunión?

– Fue con todo mi gabinete de seguridad: Gobernación, Defensa, Marina, las procuradurías. Les dije que había que hacer respetar los resultados.

– ¿Estaba en riesgo la paz social?

– Sí.

– ¿Qué signos le hacían pensar eso?

– Los resultados de la votación.

– ¿Se hubiera atrevido a enfrentar al Ejército con la gente?

– En caso necesario, sí.

– En el mitin del Zócalo, la gente le pidió a Cárdenas que tomaran Palacio Nacional y él se rehusó. ¿Había orden de disparar y no dejar que tomaran Palacio?

– Sí, di esa orden antes del mitin, el Ejército estaba acuartelado y pendiente.

 

Si Martha Anaya no se hubiera empeñado en volver a reportear sobre lo que pasó en 1988, elección que cubrió como periodista del Excélsior, hoy no tendríamos estas palabras de invaluable candor pronunciadas por Miguel de la Madrid sobre aquel año y sus protagonistas, tan vigentes hoy.

Salvador Camarena

Es periodista y conductor de radio.

Lo dice el reportero