A sólo seis meses de arribar a la Presidencia de Estados Unidos, Trump está enredado en un escándalo que le ha valido críticas,incluso de sus más fervientes seguidores, quienes le han exigido publicar los archivos del caso Epstein.
Ciudad de México, 25 de julio (SinEmbargo).– Donald Trump está cayendo, sí. Según Gallup, el Presidente de Estados Unidos (EU) alcanzó su nivel más bajo en su segundo mandato esta semana, con tan sólo un 37 por ciento de aprobación.
La lealtad de sus seguidores era casi inquebrantable; la base de MAGA lo ha impulsado a superar todos sus escándalos anteriores. Pero la gran pregunta que se hacen muchos es si sus vínculos evidentes con el depredador sexual Jeffrey Epstein podrán finalmente separarlo de sus seguidores. Hay dudas al respecto.
“La estrategia de Trump para recuperar a sus bases revela involuntariamente lo que piensa de ellas: les lanza mentiras, nuevas mentiras inventadas para reemplazar las antiguas, y las reviste con el mayor odio visceral y racismo crudo posible. La mejor muestra de esto fue un video generado por Inteligencia Artificial del expresidente Barack Obama esposado en el Despacho Oval, que Trump promocionó en sus redes sociales durante el fin de semana. Este repugnante video parece representar lo que Trump imagina como la máxima expresión de MAGA: una humillación y degradación ritual del primer Presidente negro de Estados Unidos”, escribe Susan B. Glasser, redactora de The New Yorker, quien tiene una columna especializada en Washington y es autora del libro: El divisor: Trump en la Casa Blanca, 2017-2021.
Acompañando el video de Obama, agrega la autora, “se ha presentado una nueva y elaborada teoría de la conspiración, desarrollada por Trump y varios asesores en los días posteriores, que involucra a Obama, Bill Clinton, Hillary Clinton, Joe Biden, los exlíderes de la comunidad de inteligencia estadounidense y las elecciones presidenciales de 2016, 2020 y 2024. Su premisa principal es que Rusia NO intervino en 2016 a favor de Trump, y que el hallazgo de inteligencia que sí lo hizo fue parte de un intento de ‘golpe de Estado’ contra Trump que supuestamente aún continúa”.
🚨 BREAKING: President Trump just POSTED THIS on Truth Social.
WILL OBAMA BE ARRESTED?@realDonaldTrump pic.twitter.com/WLqaxfHwWb
— Publius (@OcrazioCornPop) July 20, 2025
Glasser dice que durante el primer mandato de Trump, “cuando decía cosas tan horribles como esta, incluso muchos de sus aliados republicanos se distanciaban públicamente. Hubo reticencias. Hubo silencios incómodos. Ahora no. Si algún congresista republicano denunció el repugnante video de Obama, me lo perdí. Ni uno solo, que yo sepa, emitió siquiera una declaración de ‘preocupación’ al estilo de Susan Collins. Ni siquiera Susan Collins. En cambio, senadores como Lindsey Graham y John Cornyn exigieron el jueves el nombramiento de un Fiscal Especial para investigar las acusaciones, aparentemente habiendo olvidado que ya existía un Fiscal Especial —John Durham— que dedicó más de tres años a ello y no logró presentar nada remotamente parecido a la teoría del ‘Rusiagate’ de la gran unificación de Obama y todos los demás que Trump ahora promueve”.
Cornyn también fue miembro del Comité de Inteligencia del Senado, liderado por los republicanos, que firmó su informe bipartidista que concluye inequívocamente que Rusia había intervenido en las elecciones de 2016 en nombre de Trump.
“La cuestión es que siguen más que dispuestos a aceptar las mentiras de Trump siempre y cuando no entren en conflicto con alguna de sus otras historias disparatadas. Esto aplica tanto a los senadores MAGA como a la base MAGA, y explica por qué estamos en semejante lío. Lo siento, defensores de Jeffrey Epstein; este es el mayor escándalo de todos”, añade, en su ensayo publicado en The New Yorker.
Susan B. Glasser no parece convencida de que este nuevo escándalo hunda al Presidente de Estados Unidos. “Si hay un arte en Washington que Donald Trump ha perfeccionado, “es sin duda el de la gestión de escándalos. Tras dos juicios políticos, cuatro acusaciones formales y más controversias desgarradoras de las que nadie podría contar, su estrategia de negación, desvío y distracción resulta dolorosamente familiar; aunque cabe señalar que, dado lo mucho que dice y hace que es escandaloso, la etiqueta ha perdido todo sentido en su Presidencia. En su segundo mandato, Trump se beneficia ahora de la presunción de su propia supervivencia incluso ante las historias más políticamente debilitantes. ¿Y cómo no iba a hacerlo? Un hombre que puede ganar la reelección tras incitar a una turba de simpatizantes a asaltar el Capitolio de Estados Unidos difícilmente será derribado por delitos más cotidianos como monetizar la Casa Blanca para sus propios fines o desafiar abiertamente las órdenes judiciales. Todo lo cual plantea una pregunta de definición: ¿sigue siendo un escándalo si no hay posibilidad de que el acusado enfrente consecuencias significativas?”.
RECALL when Epstein received 3 twelve year olds from France via Jean Luc Brunel on his birthday? How did Epstein respond when interrogated?
Release The Epstein Flies
Release The Trump Epstein Pedo Files #TrumpEpsteinPedoFiles pic.twitter.com/WKuBpUi6Lg
— Sumit (@SumitHansd) July 19, 2025
Seis meses después del inicio de Trump 2.0, “el Presidente está enredado en un escándalo que realmente está haciendo metástasis por sus vínculos con el fallecido delincuente sexual Jeffrey Epstein. Tiene todos los elementos clásicos de Washington: un encubrimiento floreciente, un tamborileo diario de historias perjudiciales, acusaciones anónimas de altos funcionarios de la Administración, demandas bipartidistas del Congreso para investigaciones, cifras de encuestas en picada”.
Y el martes pasado, el presidente de la Cámara, Mike Johnson, “suspendió la sesión de la Cámara de Representantes antes de lo previsto para su receso de un mes de agosto, con el fin de evitar votaciones políticamente perjudiciales relacionadas con el caso Epstein. Este fue un acto de pánico congresional bastante drástico”, señala.
A principios de este mes, además, el Departamento de Justicia de Trump anunció que no publicaría los archivos de Epstein. Luego, un nuevo artículo del Wall Street Journal dijo por qué: en mayo, la Fiscal General de Trump, Pam Bondi, le dijo en privado a Trump que su nombre figuraba en los archivos de Epstein.
Desde mayo, Trump sabía.
Pero el 15 de julio dijo:
–No, no.
Es decir, que no estaba en los archivos de Epstein.
“A primera vista, es un clásico de Washington. No sorprende que haya habido muchas alusiones, previsiblemente santurronas, al momento más memorable de Howard Baker en el caso Watergate; estos frenesíes políticos casi invariablemente se reducen a la pregunta de Baker de qué sabía el Presidente y cuándo lo supo. Pero estamos hablando de Trump, y este escándalo, lamento informarles, no es honesto. De hecho, conocemos desde hace años los turbios tratos de Trump con Epstein; un aspecto particularmente terrible de esta historia particularmente terrible es tener que ver, una y otra vez, ese video de 1992 de los dos de fiesta, que se recircula en línea con cada nuevo avance. Durante el primer mandato de Trump, su designado como director del Departamento de Trabajo, Alex Acosta, renunció tras la controversia sobre su papel como exfiscal de Florida al ofrecerle a Epstein un acuerdo favorable con la Fiscalía. ¿Y recuerdan cuando Trump dijo de la cómplice de Epstein, Ghislaine Maxwell: ‘Le deseo lo mejor’? Cinco años después, Todd Blanche, Fiscal General adjunto de Trump y exabogado personal, viajó el jueves para entrevistar a Maxwell en un tribunal federal de Florida, supuestamente en busca de pruebas adicionales. Mmmh...”, concluye Susan B. Glasser, redactora de The New Yorker.




