El día después, La Concordia se debate entre la normalidad y el duelo. Las calles están abiertas, los camiones circulan, los vendedores ambulantes se instalaron de nuevo. Pero bajo el puente, la memoria persiste.
Ciudad de México, 11 de septiembre (SinEmbargo).- Un día después de la explosión en el puente de La Concordia todo parece normal, aunque no lo es. Los camiones de transporte atraviesan las avenidas bajo los puentes, los autos circulan como cualquier día, los peatones caminan a sus destinos y los comercios ofrecen sus productos. Pero basta con detenerse bajo el puente del estallido para notar que no hay calma. El aire aún huele a combustible y la mirada de los vecinos es de incredulidad, asombro, miedo y un espanto que todavía no encuentra palabras.
No es para menos. Las imágenes del siniestro han circulado por el mundo. Una pipa se volcó y arrojó los 49 mil 500 litros que llevaba en su interior, arrojando una cortina de humo blanco que en instantes se convirtió en una llamarada que se ha cobrado la vida de ocho personas y que ha dejado a decenas más con quemaduras, algunas de gravedad.
En la memoria de la gente quedó una imagen que difícilmente se borrará: fuego, gritos, gente corriendo desorientada y un puente que se convirtió en infierno. La llamada “zona cero” es ahora una cicatriz negra sobre el pavimento y las áreas verdes. En una de las zonas de pasto quemado hay veladoras, colocadas por vecinos, familiares y estudiantes que buscan transformar el dolor en un acto de memoria.
Frente a ellas, dos alumnos de la Secundaria 327 sostienen un ramo de rosas blancas y una fotografía. En la imagen sonríe el profesor Daniel Noé García, una de las víctimas mortales de la explosión. Los jóvenes permanecen en silencio unos minutos y luego colocan las flores en tributo a su memoria.
Prefieren no hablar con los medios que se dieron cita para documentar el aire del día siguiente. El pequeño altar improvisado contrasta con el ruido de los automóviles y camiones de carga pesada que pasan a escasos metros, como si la ciudad se negara a detenerse. En las calles aledañas, los testimonios se multiplican. Vecinos que presenciaron la explosión repiten frases inconexas, bajan la mirada.
Ciudadanos que estaban cerca del lugar al momento de lanexplosión hablan de un estruendo que cimbró, otros de una llamarada que se alzó decenas de metros, una enorme cortina de fuego que arrasó con todo a su alrededor. Nadie logra relatarlo sin pausas largas, sin ese gesto rígido de quien revive la escena en su mente.
“Sí se sintió calor, ya de por si hacia calor”, dice Pilar Domínguez quien viajaba con su hija de nueve años cerca de donde ocurrió la explosión.
"Nos sorprendimos. No sabíamos que era, somo se vieron las llamas inmensas. Yo tomé a mi hija, le dije que se calmara. Nos bajamos (del auto) , se cimbró el piso [...] la gente estaba vuelta loca, llegaron las patrullas y cerraron el paso. De este lado del verificentro , se te aventaban las motos, la gente venía llorando. Yo la verdad quedé en shock", narró.
Ella recuerda que al ver el gas y humo cerró las ventanas de su carro y calmó a su hija diciéndole que todo iba a estar bien. Hoy agradece por haber resultado ilesa junto a su hija, y en una muestra de empatía comparte que ha acudido al hospital a dar apoyo con panes y víveres.
A apenas 400 metros del lugar, el Hospital General 53 se convirtió en refugio temporal para los heridos. En la entrada, pocas familias esperan noticias. Entre ellas está Abigail, que espera en el exterior mientras piensa en su primo, Alfredo López, de 22 años, internado con lesiones graves.
“La gente, los heridos caminaban como zombies. La gente corría sin saber a dónde, desorientada. Los heridos gritaban. Fue horrible. Nosotros lo trajimos como pudimos con mi tía" , narró.
Entre los testigos está también Daniel, un hombre que ayer se dirigía al mismo hospital con su esposa, embarazada de alto riesgo. Narró que de pronto escuchó un tronido, como una explosión. Los carros se detuvieron en seco, otros dieron la vuelta y la gente empezó a gritar: ‘¡Se está incendiando el puente!’”, relató.

Su primera reacción fue retroceder, alejar a su esposa. No entendía del todo lo que ocurría. Fue hasta que, ya a salvo, comenzó a ver en redes sociales los videos del siniestro, cuando comprendió que había estado a metros del epicentro.
El día después, La Concordia se debate entre la normalidad y el duelo. Las calles están abiertas, los camiones circulan, los vendedores ambulantes se instalaron de nuevo. Pero bajo el puente, la memoria persiste.
En la zona, narraron vecinos , y bajo las largas columnas que sostienen los puentes pernoctan personas en condición de calle. Algunas de ellas son quienes resultaron heridos de gravedad.
A unos 300 metros del lugar hay una gasera y una gasolinera.
Leandro Flores trabaja en la gasolinera mas cercana. " En estos casos lo único que hay que hacer es correr" , dice, agradeciendo que las llamas no hayan llegado al lugar.
"Lo único que hay que hacer es echarse a correr. Si a explosión hubiera llegado hasta aquí no hay manera de detener eso; lonque hay que hacer es echarse a correr. Esa es la indicación. Afortunadamente no llegó hasta acá ", dijo.

En el exterior se los hospitales se congregando vecinos de la Ciudad de México y el Estado de México quienes acudieron a dar apoyo. Algunos llevan aguas, galletas, refrescos, panes e incluso hasta desayunos.
También hay psicólogas que acudieron a dar contención y apoyo a familiares no solo de los heridos en la explosión, sino a todo aquel que se congrega en el lugar.
Nadie Romero, trabaja en el CAIP, que ew una institución que acudió a dar apoyo psicológico al lugar. Narró que las personas que llegaron al lugar que son familiares de los heridos estaban en shock, por lo que pidieron a la ciudadanía y a los familiares comunicarse al teléfono de emergencia para recibir apoyo psicológico.
Rafael López es familiar indirecto de Daniel Cano Reyes, quien resultó lesionado en la explosión. Es primo político y salió del hospital a buscar, y comprar gasas y agua oxigenada, según le solicitaron en el nosocomio, según narró.
El familiar pidió que el caso no quede impune.
"Responsabilidad sobre la atención y que se haga responsable a ña persona o empresa que corresponda", dijo





